ROMA.- Cien años después de que las primeras ondas hertzianas surcaran con éxito el Atlántico, el 12 de diciembre de 1901, Italia rinde homenaje al inventor de la radio y Nobel de Física Guglielmo Marconi, pionero de las telecomunicaciones.
El primer enlace radiofónico entre Europa y América, que lanzó a Marconi (1874-1937) a la fama mundial, será recordado mañana en una ceremonia a la que asistirá el Presidente de la República, Carlo Azeglio Ciampi, y la hija del científico, Elettra.
El acto, en la sede del Ministerio italiano de Comunicaciones, será retransmitido en una banda especial a los radioaficionados de todo el mundo y en él intervendrán, entre otros, el Primer Ministro, Silvio Berlusconi, y el "gurú" de la informática Nicholas Negroponte, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT).
La admiración que en Italia despierta la figura de Marconi fue subrayada hoy por el ministro de Comunicaciones, Maurizio Gasparri, quien le comparó con genios como Leonardo da Vinci o Miguel Angel por haber dado al mundo "el instrumento de libertad que es la radio", a cuyo desarrollo dedicó la mayor parte de su vida.
Hace ahora un siglo, en una colina cercana al puerto de San Juan de Terranova (Canadá), Marconi acercaba el oído a un rudimentario receptor de radio y obtenía la tan esperada confirmación de una intuición genial que había defendido con ardor durante años.
Tres breves señales -la letra S en el alfabeto Morse- lanzadas a la hora prefijada desde Poldhu, en la costa irlandesa de Cornualles, del otro lado del Océano Atlántico y a más de 3.000 kilómetros de distancia, le llegaron débiles pero perfectamente reconocibles.
El primer enlace de radio transoceánico había demostrado algo que la ciencia de la época daba por imposible, pero que el inventor italiano había intuido: que las ondas electromagnéticas se transmiten en la distancia, se reflejan en las capas altas de la atmósfera, superan los obstáculos naturales y siguen la curvatura del planeta.
Como escribió en la época el "New York Times", la hazaña de Marconi estaba "destinada a revolucionar la vida social, los negocios y las relaciones políticas entre los pueblos de la tierra", aunque se ganó la enemistad de las poderosas compañías de telegrafía por cable estadounidenses, que vieron amenazado su monopolio.
El éxito alcanzado culminaba toda una serie de experimentos iniciados en 1894, cuando Marconi realizó la primera trasmisión telegráfica sin hilos desde la casa paterna en Pontecchio, en las cercanías de Bolonia (norte de Italia), su ciudad natal.
En 1898, el joven inventor autodidacta fundaba en Londres, la "Marconi's Wireless Telegraph and Signal Company", tras haber patentado su invento en el Reino Unido.
En poco tiempo logró demostrar las enormes posibilidades de la telegrafía sin hilos al trasmitir mensajes desde embarcaciones a tierra firme, entre ellos el primer SOS de una nave en dificultades, y más tarde con enlaces intercontinentales.
La primera trasmisión pública de radio, un recital de ópera, llegó en 1920, mientras que en 1927 colaboraba en la fundación de la histórica British Broadcasting Corporation (BBC).
En 1909, el hombre que gustaba definirse a sí mismo como "un simple aficionado", obtuvo el Premio Nobel de Física.
Entre las múltiples iniciativas relacionadas con el centenario de la histórica trasmisión de 1901, figura la emisión de un sello de correos o el original homenaje que le dedicará el Consejo nacional de Investigación italiano (CNR), del que Marconi fue presidente desde 1927 hasta su muerte en 1937.
El CNR lanzará a las ondas la voz del científico, que llegará a todos los rincones del planeta, tras utilizar como reflector la superficie de la luna, en 2,4 segundos.
Todos estos actos se sumarán al histórico reconocimiento que obtuvo el científico en 1912 de la mano de los 706 supervivientes del "Titanic", que le dirigieron un mensaje de agradecimiento.
Los náufragos pudieron ser salvados a través del mensaje de socorro lanzado por radio desde la nave que se hundía, una posibilidad que no habría existido nunca sin el esfuerzo, el sacrificio y la genial intuición de Marconi.