TOKIO.- El Gobierno japonés pondrá en órbita a finales de este año un satélite capaz de localizar a las ballenas y seguir sus movimientos por mares y océanos para estudiar sus costumbres migratorias, dijeron hoy a EFE fuentes cercanas al proyecto.
Los cetáceos serán controlados a 800 kilómetros de distancia de la Tierra por el WEOS (Whale Ecology Observation Satellite), un ingenio de tan sólo cincuenta kilogramos de peso pero capaz de dar la vuelta al planeta en cien minutos.
Tomonao Hayashi, profesor de ciencias aeroespaciales de la Universidad de Ingeniería de Chiba involucrado en este proyecto desde hace nueve años, explicó que la mayor preocupación de los investigadores fue crear un sistema que moleste lo mínimo a las ballenas.
Para el estudio se necesitará colocar en los cetáceos un pequeño dispositivo cilíndrico de veinte centímetros dotado con un transmisor de posición GPS, un medidor de presión, un termómetro y un microsistema informático que registrará los datos relacionados con su entorno.
Desde tierra se enviará con regularidad una señal con el GPS al satélite japonés que, a su vez, registrará la posición de las ballenas y la reenviará a tierra con los datos de los cetáceos.
Hayashi cree que esta vanguardista tecnología servirá para seguir los pasos a todas las especies balleneras en el planeta.
La construcción del WEOS ha sido financiada parcialmente por el Ministerio de Educación japonés y forma parte de un proyecto aeroespacial de unos 365 millones de yenes (unos 2,7 millones de dólares).
Japón captura con fines de investigación más de 400 ballenas "minke" al año ("Acutorostrata de Balaenoptera") entre las protestas de grupos ecologistas de todo el mundo, que consideran esta práctica es una forma encubierta de comercializar su carne.
En el año 2000 el Gobierno japonés expandió unilateralmente sus capturas al cachalote ("Macrocephalus Physetter") y a la ballena de Bryde o tropical ("Edeni Baslaenoptera") en aguas del Océano Pacífico norte, lo que suscitó las protestas de EEUU, Australia y otros países opuestos a la caza de estos animales.
La Comisión Ballenera Internacional (CBI), a la que Japón pertenece, impuso en 1986 una moratoria internacional para las capturas con fines comerciales, pero al año siguiente autorizó al gobierno de Tokio la caza de cetáceos con fines supuestamente científicos.
Las 2.000 toneladas de carne de los cetáceos capturados para la investigación son finalmente vendidas en las lonjas locales a precios muy elevados, por ser un manjar exquisito de la gastronomía local.