WASHINGTON.- Dos grandes asteroides, capaces de provocar una catástrofe si hubieran chocado contra la Tierra, aunque no de destruirla, han pasado hoy relativamente cerca de nuestro planeta, informaron científicos de la NASA.
Los dos grandes cuerpos celestes, con un diámetro de uno y tres kilómetros respectivamente, pasaron a una distancia de la Tierra de entre 12 y 24 veces la distancia que separa a nuestro planeta de la Luna, lo que, en términos astronómicos, supone cierta proximidad.
Ambos forman parte de lo que se denomina NEO, Objetos Cercanos a la Tierra, aunque no se consideran, por su tamaño y trayectoria, potencialmente peligrosos.
Los científicos que estudian y catalogan este tipo de asteroides y de cometas cuyo curso puede cruzarse con el de la Tierra consideran que un asteroide de más de un kilómetro podría provocar una catástrofe regional en el área en el que impactara.
Un gran asteroide, probablemente mayor que los ahora vistos, está considerado como el responsable del cataclismo que, hace 65 millones de años, acabó con los dinosaurios, según teorías geológicas que sitúan en Yucatán (México), el punto de impacto.
Don Yeomans, responsable de la oficina que controla los NEO en EL Jet Propulsión Laboratory de la NASA, en California, ha señalado hoy que si uno de los dos asteroides que han pasado cerca hubieran entrado en nuestra atmósfera, hubieran provocado lo que puede denominarse un "problema continental".
Uno de los objetos, denominado 7341 1991 VK, mide casi dos kilómetros y medio de diámetro y ha pasado a unas 24 veces la distancia entre la Tierra y la Luna, unos 11,2 millones de kilómetros.
El otro, llamado 2002 AA11, ha pasado mucho más cerca, a unas 12 veces la distancia entre la Tierra y la Luna, pero su masa, según Yeomans, es mucho menor y mide cerca de un kilómetro de diámetro.
Según los investigadores de la NASA, que trazan la trayectoria de estos objetos celestes para prever una posible colisión, hay varios asteroides más en una ruta que les aproximará a la de la Tierra, pero ninguno de ellos supone una amenaza real para el planeta.
Un asteroide con un diámetro de un kilómetro no podría ser destruido por la fricción en su entrada en la atmósfera de la Tierra y, aunque se pudiera fragmentar, algunos de los grandes pedazos causarían graves daños ecológicos en un área difícil de delimitar alrededor de la zona de impacto.