SEATTLE.- Durante años, los grandes sellos discográficos y consorcios mediáticos miraban pasivamente la actividad de la bolsa de intercambio de archivos musicales en Internet, Napster. Hasta que se enfrentaron a ella y lograron impedir que siguiera distribuyendo gratuitamente música en la red.
El mismo destino podrían correr ahora miles de radios independientes de Estados Unidos que difunden su programación enteramente por Internet u ofrecen sus programas convencionales también en versión online.
La asociación de la industria discográfica estadounidense, la poderosa Recording Industry Association of America (RIAA), tiene previsto cobrar a estas emisoras próximamente importantes cantidades de dinero. Para la mayoría de las pequeñas empresas, eso podría significar el fin.
Entre las radios de Internet comenzó ya el gran terremoto. Hasta el 21 de mayo, la entidad oficial estadounidense U.S. Copyright Office deberá tomar su decisión.
¿Realmente las radios que ofrecen servicios en Internet deben ser tratadas de manera diferente a las que emiten de manera tradicional?
Estas pagan el cuatro por ciento de su facturación a los compositores y autores, pero ningún centavo a los sellos discográficos. Así lo establece una ley de 1930. En ella se argumenta que las emisoras en realidad hacen publicidad gratuita para los discos y facilitan así considerablemente el negocio a las discográficas.
Esta vieja reglamentación sin embargo fue levantada en 1998 para los medios online. Una ley aprobada entonces para la protección de los derechos de autor establece que en caso de emisiones online sí deben pagarse los impuestos de representación o ejecución. Las emisoras y las discográficas debían ponerse de acuerdo sobre el monto.
Pero eso no funcionó, y por eso se pidió la intervención de la Copyright Office, que desde febrero elabora para la RIAA un plan especialmente productivo, según el cual las emisoras online no deben pagar un porcentaje de su facturación, sino una suma fija: 0,14 centavos de dólar por canción y por oyente.
Ese monto mínimo se transforma rápidamente en un número de seis cifras para una radio popular con mucha audiencia. "Eso aniquilará a las emisoras online", teme Kurt Hanson, editor de RAIN, una publicación especializada en radios en Internet.
"Muchas de las emisoras deberían pagar entonces cantidades que duplican o triplican su facturación anual", estima Hanson, que está sobre todo decepcionado por una resolución que haría que este impuesto fuese retroactivo al año 1998.
La RIAA rechaza enérgicamente la acusación de estar trabajando para destruir la floreciente cultura radial online. "Las emisoras en Internet evidentemente encontraron un camino para financiar todos los costos del negocio", comentó irónicamente el representante de la RIAA Steven Marks en una entrevista con el "New York Times".
Pagan por su conexión a Internet, sus computadores y su software. "Y también deberían estar en condiciones de pagar por la música sobre la que basan su negocio", argumenta Marks.
Representantes de las emisoras consideran hipócritas estos reclamos y temen que la RIAA esté queriendo construir su propia oferta radial, que ya no dejará espacio a las radios pequeñas.
Hanson admite que eso suena un poco a "teoría conspirativa", pero añade que no es del todo disparatada la argumentación. Y es que el negocio de las radios online seguirá el modelo de las bolsas de intercambio musical en la red, donde ya son desplazadas las ofertas independientes y gratuitas por las de los grandes consorcios.