PARIS.- Buscando nuevos enfoques para atraer un público cansado de la política habitual, los candidatos presidenciales franceses están empleando la internet en sus campañas, apuntando a los votantes más jóvenes, pero motivando preocupaciones de que la imagen se está volviendo más importante que el debate de asuntos nacionales.
Uno de los lugares de la campaña presidencial del primer ministro Nicolas Sarkozy, www.discosarko.com, muestra una versión virtual del usualmente conservador candidato bailando al ritmo de KC and The Sunshine Band y otros grupos populares. El sitio incluso ofrece la opción de cambiar el baile, desde el moonwalk de Michael Jackson hasta el jive de John Travolta.
La campaña de Sarkozy, que lleva una estrecha ventaja en las encuestas, busca colectar información de potenciales partidarios, invitando a los visitantes al sitio a dejar su correo electrónico, e incluso sus números celulares, para poder ser contactados antes de los comicios de abril y mayo.
El toque de humor está diseñado para generar suficientes rumores y hacer que los visitantes recomienden el lugar a sus amigos — en una táctica conocida como “marketing viral”.
La contienda francesa ha ingresado incluso al juego de la internet "Second Life".
Partidarios de la socialista Segolene Royal, siguiendo un ejemplo establecido por el partido ultraderechista Frente Nacional, abrieron este mes una “oficina” en “Second Life”, un mundo virtual en el que los usuarios crean avatares de sí mismos, conversan, caminan, construyen casas y hacen negocios.
“Vengan y me verán allí”, dijo Royal en un video colocado en la internet para inaugurar los cuarteles cibernéticos de campaña. Los visitantes pueden recoger allí tarjetas que dicen “Segolene Royal por Francia”. El sitio atrajo la semana pasada a numerosos visitantes, que conversaron allí sobre una serie de temas, como el papel del país en la Unión Europea.
Los partidos han seguido las enseñanzas de campañas electorales en Estados Unidos y otros países, y sobre todo del referendo sobre la propuesta constitución europea, en el que la sorpresiva victoria del “no” se debió en gran parte al uso de la internet por los oponentes a esa carta magna.