MIAMI.- La biotecnología o el uso de la biología con fines industriales es una actividad "beneficiosa para la humanidad" ante la que Latinoamérica debe "abrir los ojos", según coincidieron varios expertos en un congreso sobre comercio en Miami.
En la conferencia "La biotecnología en el proceso de globalización", del XXVIII Congreso Hemisférico de la Cámara de Comercio Latina de EE.UU. (Camacol), que termina hoy, se analizó el papel de la biotecnología y su impacto en Latinoamérica.
Según Juan Bacalari Brugal, presidente de la Cámara de Comercio de Santo Domingo, esta ciencia, que aplica principios biológicos en materias como la medicina, la química o la agricultura, genera grandes expectativas pero también incertidumbres por los posibles riesgos.
"Existe preocupación en diversos países respecto a las repercusiones en la salud humana y el medio ambiente", comentó Brugal en referencia al empleo de la biotecnología en la transformación de alimentos.
Sin embargo, señaló que los países desarrollados, que se preocupan por el bienestar de su población, aceptan esta práctica, por lo que animó a Latinoamérica a "abrir los ojos" y aumentar los cultivos y el consumo de productos transgénicos.
"En Latinoamérica el principal problema es el hambre, deberíamos tomarlo como una prioridad y apoyar a las multinacionales que están aumentando sus recursos de investigación y desarrollo con los productos autóctonos", manifestó.
"La biotecnología no debe verse como una panacea sino como una herramienta que puede contribuir a solucionar algunos problemas relacionados con la satisfacción de necesidades alimenticias y la salud,” afirmó y aludió a la necesidad de regular esta práctica y evaluar su impacto.
Transgénicos
Para Brugal, el crecimiento de la población mundial, la disminución de tierras arables disponibles y la necesidad de los consumidores de obtener una mejor calidad alimenticia hacen que la biotecnología aplicada a la agricultura sea una opción cada vez más frecuente.
Añadió que los países que más han contribuido a esa proliferación de los productos transgénicos son Estados Unidos, que en 1998 ya representaba cerca del 80 por ciento de la superficie mundial cultivada, Canadá, España y Francia, seguidos de China, África del Sur, Argentina, Australia y México.
"En América Latina la producción de cultivos transgénicos es liderada por dos países, Argentina con más de un 20 por ciento y México con cerca del 5 por ciento del área total de estos cultivos,” indicó.
Según Brugal, actualmente Argentina es el segundo productor mundial de alimentos transgénicos después de EE.UU. y el tercer productor mundial de soja, uno de los productos que más se cultivan en la biotecnología junto con el maíz, el algodón, la canola y la papa transgénica.
El experto calificó a la biotecnología como “un minipetróleo en potencia para los agricultores” y se mostró convencido de su contribución al desarrollo sostenible en los países en desarrollo.
Por su parte Susan Webster, directora de la oficina de propiedad intelectual de la Universidad Internacional de Florida (FIU), apuntó que usualmente la biotecnología es una actividad encaminada al beneficio de la humanidad y, aunque ya ha dado resultados “hay otros que todavía estamos esperando.”
"Las funciones de la biotecnología como la aplicación de la ingeniería genética y la mejora de la producción de productos vegetales son necesarias para el desarrollo social, científico y para mejorar la salud y el panorama financiero de una nación,” aseguró.
La experta reconoció que en la biotecnología hay potencial y recompensas, pero también riesgos, y aludió a la necesidad de expandir esta práctica a pesar de las dificultades que plantea su globalización ya que debido a sus implicaciones éticas “cada nación tiene una visión al respecto".