SANTIAGO.- Robar a los ricos para darle a los pobres. Esa era la premisa de Robin Hood. Y aunque sus pares digitales no hacen exactamente lo mismo, tienen algo del espíritu del famoso personaje : roban -sin importar si son ricos o pobres- para darle parte del botín a instituciones de beneficencia.
Esto, no porque los hackers se hayan vuelto caritativos, sino porque han encontrado un método eficaz para determinar, sin despertar sospechas, si los números de tarjetas de créditos que roban o compran están operativos.
El hecho, que fue denunciado por la empresa de seguridad informática Symantec, tiene una clara explicación: al pagar pequeñas cantidades de dinero a varias organizaciones de caridad, incluyendo entidades como la Cruz Roja, los ciberdelincuentes pueden determinar si una tarjeta robada es válida, dependiendo del éxito o fracaso de dicha transacción.
De acuerdo con Symantec, hay numerosas razones por las que este método podría volverse más popular. Por ejemplo, destacan que los bancos podrían no estar tan preocupados de transacciones como éstas.
Esto, explican en la compañía, porque los aportes caritativos no forman parte de las actividades que los usuarios realizan diariamente con sus tarjetas de crédito, por lo que que resulta difícil determinar si es una operación legal o ilegal.
- Entre uno y seis dólares costaba una tarjeta de crédito registrada en Estados Unidos, con dígito verificador, en los servidores de economía informal o mercado negro durante el segundo semestre de 2006 según Symantec.
- Durante el mismo periodo, el 51% de todos los servidores de economía informal estaban ubicados en Estados Unidos, siendo el país con más servidores de este tipo.