SANTIAGO.- El 16 de julio pasado, un terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter sacudió a buena parte de Nueva Zelanda, y a pesar de ser el sismo más fuerte registrado en los últimos 78 años, no causó mayores estragos, y a pesar de una alerta de tsunami para Australia, sólo provocó olas de un metro en ese país.
Sin embargo, el movimiento telúrico si tuvo consecuencias, que no fueron percibidas a simple vista. El terremoto provocó que la isla de Nueva Zelanda se “moviera” hacia el oeste, y la dejara 30 centímetros más cerca de Australia, según informó el director de Geo Net, sistema de información terrestre de Nueva Zelanda, consignó el diario El Mundo.
Esto, en la costa suroeste de la isla sur de Nueva Zelanda, porque la costa este se movió sólo un centímetro Ken Gledhill, director de Geo Net (el sistema de información terrestre de Nueva Zelanda),
El terremoto se produjo cuando la placa australiana empujó a la del pacífico, y Nueva Zelanda se encuentra justo ubicada en su unión, lo que hace que los sismos sean algo común para este país.