CHARLESTON.- En el futuro, la producción de carne dependerá menos de los bovinos que de las probetas, o al menos eso es lo que piensa el biólogo Vladimir Mironov, quien espera colaborar con la solución de la crisis alimentaría mundial desde su laboratorio en Carolina del Sur (EEUU).
Este investigador y su colaborador Nicholas Genovese, esperan no solo luchar contra el hambre en el mundo creando carne artificial, sino también hacer posible misiones de más de seis meses a Marte, sabiendo que no es posible embarcar vacas a bordo de naves espaciales.
"Imagine por ejemplo la colonización de otro planeta o que simplemente se incremente la población", dijo Mironov, quien subrayó que "ya no hay ningún espacio disponible para criar ganado en Nueva York o Singapur".
El investigador, instalado en un laboratorio de dimensiones modestas, pero con medios de avanzada de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur, en el sureste de Estados Unidos, espera que la creación de los bistecs artificiales llegue pronto, pese a que por ahora el proceso de "cultivar" carne en un laboratorio es largo y complejo. "Es un asunto de tiempo y dinero", afirmó.
Hace 10 años, Mironov obtuvo una beca de la NASA para intentar concretar su sueño de "cultivar carne". No obstante, actualmente sus trabajos ya no son financiados por la agencia espacial estadounidense, que se volcó más, según él, a la investigación sobre las plantas transgénicas como fuente alternativa de proteínas.
Desde entonces, es gracias al financiamiento de tres años de la organización de defensa de los animales Peta que Mironov y Genovese pueden continuar con sus investigaciones.
Es así como ambos trabajan a partir de células madre embrionarias responsables de la formación de los músculos, llamadas mioblastos, procedentes de pavos que se impregnan con suero de bovino para hacer crecer los tejidos musculares.
"Nosotros trabajamos a muy pequeña escala con el biorreactor Synthecon de la NASA, a partir de esferas porosas de quitosano (una fibra natural derivada de la caparazón de los crustáceos), donde pueden cultivarse los mioblastos de animales compatibles", explicó Mironov.
La carne así cultivada, de llegar a las góndolas de los supermercados, será bastante parecida a la que se encuentra en las carnicerías, afirmó.