LONDRES.-Un artículo publicado por el medio especializado Railway Technology puso en la palestra el debate que se vive en Inglaterra producto del plan del alcalde Boris Johnson de automatizar el control del metro de Londres.
Quienes respaldan esta postura aseguran que la nueva tecnología es una forma de evitar errores humanos y de alcanzar máximos niveles de eficiencia, en momentos en los cuales muchos sistemas de metro están operando sobre los límites de su capacidad, frente al incremento en la demanda y los problemas de congestión del tráfico urbano.
Por otro lado, los críticos están preocupados por las implicancias que podría tener confiar la seguridad pública a un sistema sin conductor, así como también temen a los efectos sociales, ante la posibilidad de masivas pérdidas de empleo.
Destacando la eliminación de los inconvenientes relacionados con huelgas sindicales y una mejora en la eficiencia sin sacrificar seguridad, Johnson defiende el proyecto como un avance para el servicio de metro de Londres, planificando la adopción de esta tecnología que ya funciona en las líneas del Docklands Light Railway, un sistema de tren ligero que comunica a la recuperada zona de Docklands, en el este de Londres.
Por el contrario, los sindicatos creen que los pasajeros serán los principales perjudicados con esta medida, porque no tendrán la posibilidad de confiar su seguridad a conductores entrenados en situaciones de emergencia. Para las organizaciones gremiales, la automatización no es beneficiosa en términos de seguridad de los servicios de metro.
¿Prescindir de los humanos?
Estas tecnologías ya han llegado al metro de Londres en algunos tramos, pero únicamente en una versión semi-automática en la cual los conductores sólo tienen que abrir y cerrar las puertas mientras el tren está en la plataforma. El siguiente paso incluye la automatización de algunos aspectos de la operación del tren, pero requiriendo aún la presencia de un controlador en la cabina.
En el caso del Docklands Light Railway, todos los trenes son controlados por ordenador y no poseen conductor. Sin embargo, un agente está encargado de la vigilancia, de verificar los billetes, de dar avisos y de controlar las puertas. Al mismo tiempo, este agente puede tomar control del tren en caso de una falla informática o una emergencia.
Además, todas las operaciones son supervisadas mediante una amplia gama de tecnologías remotas, telemetría y un circuito cerrado de televisión a bordo, junto a otros sistemas automáticos de detección. Esta tendencia también puede apreciarse en parte de las redes de metro de París y Barcelona.
Los sectores que se oponen a esta automatización integral indican que un conductor humano calificado en los trenes permite reaccionar ante situaciones inusuales. Se ha puesto como ejemplo un reciente incidente en la estación Finchley Road de Londres, en el cual un niño salvó su vida gracias a un agente que lo observó al caer entre un tren y el borde del andén.