Foto de la explosión de ''Ivy Mike'', la primera bomba de hidrógeno el 1 de noviembre de 1952.
AFP Photo/Department of EnergyNUEVA YORK.- Un aviso publicitario de 1952 muestra un aeropuerto, un casino y un hongo nuclear. "En Las Vegas siempre pasa algo", dice la gigantesca publicidad para la región cercana al campo de pruebas atómicas. El mismo año, al otro lado del planeta, se hizo estallar un artefacto explosivo que era tan potente, que dio inicio a un cambio en la conciencia y se convirtió en la semilla del movimiento ambientalista y pacifista moderno: hace 60 años, el 1 de noviembre, se detonó la primera bomba de hidrógeno.
El hecho ocurrió siete años después del primer ensayo nuclear y los ataques a Hiroshima y Nagasaki, cuando las bombas atómicas eran algo casi normal. De hecho, la tecnología era una fuente de orgullo para Estados Unidos, donde hasta se servían tortas con hongos atómicos de azúcar.
Todo esto cambió cuando en 1949 los soviéticos detonaron su primera bomba nuclear. Se trató de una copia total de la estadounidense. El monopolio había terminado. Impresionado por esta explosión, el presidente Harry Truman ordenó el desarrollo de una bomba, que simplemente fue llamada la "Súper": la primera bomba de hidrógeno.
Era un arma de una nueva dimensión. La fuerza destructora de una bomba atómica podía ser alcanzada con medios convencionales, aunque se requería un gasto mayor al normal. Un infierno como el vivido en Hiroshima era, como lo demostró la Segunda Guerra Mundial, también posible con una enorme flota de bombarderos.
Pero lo que podía hacer una bomba de hidrógeno era inimaginable para los seres humanos con excepción de algunos científicos y militares.
Por ello, la primera bomba de este nuevo tipo de explosivo, llamada "Ivy Mike", no fue detonada en Nuevo México, sino en el atolón Eniwetok, en el océano Pacífico, ubicado a medio camino entre Hawaii y las Filipinas. El hecho superó todo lo visto antes.
La bola de fuego creció hasta alcanzar los cinco kilómetros (superando los 150 metros de Hiroshima). En fracciones de segundos se generaron todos los elementos de la tabla periódica, también algunos nuevos. El hongo atómico logró una altura de unos 40 kilómetros. Y la isla desapareció.
"Fue una fecha histórica, desde el punto vista militar y moral", dijo el historiador Bernd Stöver. "La bomba H fue la transición de la era atómica a la termonuclear. Fue el punto culminante del armamento nuclear y al mismo tiempo el impulso para cambiar el modo de pensar".
La historia siguió en 1961, cuando la bomba soviética "Zar" sacudió la política y el Ejército. "Zar" tuvo una fuerza explosiva de casi 60 megatoneladas, es decir 4.000 veces más que la bomba de Hiroshima. Si uno quisiera obtener el mismo resultado con TNT, la bomba debería tener un diámetro de 100 metros y un largo de más de mil. La onda expansiva de la bomba soviética fue tan grande que fue medida varias veces: dio tres vueltas alrededor de la Tierra.
"Ese tipo de pruebas muestran finalmente la insensatez de la superbomba", sostuvo Stöver. "Su efecto casi no se podía predecir y se trataba de ocupar un territorio, no de devastar".
El fracaso del ensayo estadounidense "Bravo" de 1954, cuyo efecto era cuatro veces mayor que lo estimado, mostró además que el problema no se podía limitar a los lejanos atolones del Pacífico. "La nube se desplazó por toda la Tierra y podía bajar también en Europa o América. De pronto, las pruebas estaban muy cerca", indicó el experto.
El evento fue un impulso para los movimientos pacifistas, que además se vieron respaldados por los creadores de las grandes bombas. En Estados Unidos, Robert Oppenheimer, quien desarrolló la bomba nuclear, se convirtió en un opositor a la carrera armamentista. El creador de la bomba "Zar" fue posteriormente el disidente más conocido de la Unión Soviética: Andrei Sajarov.