NUEVA YORK.- Un nuevo estudio publicado durante esta semana ha presentado un avance sorprendente en el campo de la medicina. Según una investigación publicada en la revista New England Journal of Medicine desde ahora no sólo sería posible "ver" el dolor en imágenes del cerebro sino que por primera vez, también se podría medir su intensidad y determinar si un fármaco está disminuyéndolo.
Esta investigación se basó en cuatro experimentos realizados en la Universidad de Columbia y aprobados por una comisión para asegurar que los participantes no fueran lesionados. Para realizar el estudio necesitaron de 114 voluntarios sanos que se sometieron a cambios de calor en su antebrazo a diferentes temperaturas, en ningún caso lo suficientemente intensas como para causar quemaduras o daños permanentes y solamente por 10 a 20 segundos.
Posteriormente se utilizaron imágenes de una resonancia magnética funcional —que no requieren radiación como los rayos X—, las cuales registraban los cambios en la actividad cerebral de las personas medidos en base al flujo de sangre. Gracias a estas imágenes los computadores generaron marcas o patrones que se iluminaban ante la presencia del dolor.
Para los científicos esta posibilidad de medir el dolor abre la opción de entender una experiencia que hasta el momento era considerada como sumamente subjetiva. Además, responde a las razones más tradicionales por las que los pacientes llegan a las consultas médicas, y que no puede ser cuantificado si no es por parte de la misma persona.
"Este es un trabajo muy emocionante. Lograron un enorme avance al tomar en cuenta los patrones cerebrales", dijo el doctor David Shurtleff, subdirector adjunto del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas, que ayudó a patrocinar el estudio. "Necesitamos que el cerebro nos proporcione un indicador del dolor. La información que da el paciente es insuficiente. No es confiable ni precisa".
Actualmente esta investigación se encuentra solamente en sus primeras etapas, sin embargo podría abrir las puertas para muchas posibilidades. Por ejemplo, podrían servir para determinar si el dolor está afectando a un bebé, a una persona con demencia o a otra paralizada e incapacitada para hablar.
Además, el desarrollo de esta investigación podría llevar a la creación de analgésicos más eficientes y verificar si un paciente en realidad necesita este tipo de medicamentos.
"Muchas personas padecen dolor crónico y no siempre se les cree. Vemos esto como un medio para confirmar o corroborar la existencia de dolor en caso de duda", dijo el miércoles Tor Wager, neurocientífico de la Universidad de Colorado, plantel de Boulder.