LONDRES.- Cuatro miembros del grupo de piratas informáticos LulzSec fueron condenados hoy por un tribunal británico a un total de más de siete años de cárcel por atacar las páginas web de instituciones como la CIA estadounidense y el Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido o la empresa Sony.
Los condenados son el ex soldado Ryan Ackroyd, de 26 años, que fue sentenciado a 30 meses de prisión; Jake Davis, de 20 años, que pasará 24 meses en una unidad para menores; Ryan Cleary, de 21 años, con una pena de 32 meses, y Mustafa Al Bassam, de 18 años, castigado con 20 meses de cárcel que empezará a cumplir en dos años.
Durante el proceso se supo que cada uno de estos jóvenes británicos desempeñó un papel en una serie de ataques a estas organizaciones durante 2011, que incluyeron también al FBI estadounidense, el fabricante de videojuegos Nintendo y la empresa periodística News International, del magnate Rupert Murdoch.
El pasado abril, los cuatro se declararon culpables de varios delitos informáticos que incluían violar los sistemas de seguridad de las empresas y colapsar servidores provocando una "denegación de servicio" (DDoS), que hace a las páginas temporalmente inaccesibles.
También admitieron ser miembros de Lulz Security (LulzSec), una organización escindida del colectivo de "hackers" Anonymous que, según los expertos, es más lúdica y menos comprometida ideológicamente que ésta.
Al emitir hoy sentencia, la jueza Deborah Taylor del tribunal londinense de Southwark dijo que algunos de los actos de estos jóvenes "son escalofriantes" y que, aunque pensaban que estaban jugando, las consecuencias "fueron muy reales".
"Nos les importó nada la intimidad de los demás e hicieron todo lo que pudieron a través de sus actividades informáticas para ocultar su identidad, al tiempo que buscaban hacerse conocidos", aseveró la magistrada.
Clearly se declaró culpable de seis delitos, entre ellos entrar en las redes del Pentágono estadounidense. Además, en un caso que se juzga separadamente, admitió la posesión de imágenes indecentes de menores.
Ackroyd, que operaba bajo la identidad falsa de una adolescente llamada Kayla, se responsabilizó de llevar a cabo operaciones para inhabilitar un ordenador y de robar datos de Sony.
Davis y Al Bassam se declararon culpables de piratear y lanzar ataques cibernéticos contra varias organizaciones, entre ellas la Agencia británica contra el Crimen Organizado (SOCA) o la CIA estadounidense.
Durante el proceso, el fiscal Sandip Patel dijo que los acusados, que vivían en puntos distanciados del Reino Unido y no se conocían personalmente, "querían conseguir notoriedad y publicidad internacional".
"No se trata de jóvenes inmaduros jugando, sino que están en la vanguardia de una especie contemporánea emergente de delincuentes conocida como cibercriminales", subrayó.
Algunos de ellos afrontarán procesos de extradición a Estados Unidos para ser juzgados allí.