PARÍS.- El calentamiento puede precipitar la desaparición del felino más amenazado del mundo, el lince de España, que podría extinguirse de aquí a 50 años, sugiere un estudio aparecido el domingo en Nature Climate Change.
Eso debe ser tenido en cuenta en los programas que buscan preservar los últimos especímenes, señala el estudio.
El lince de España es el felino más amenazado de extinción con una población en estado salvaje estimada hoy en 250 individuos en dos regiones de España (en el sur, en el parque nacional de Doñana, y en la Sierra Morena), indica el estudio.
Este animal que puede medir hasta un metro de largo y pesar 15 kilos, solo ocupaba 1.200 km2 en 2005 frente a 40.600 km2 en los años 1950.
La especie está clasificada en peligro crítico de extinción en la Lista roja de la Unión internacional para la conservación de la naturaleza (UICN), o sea el último estadio antes que sea considerada extinguida en estado salvaje.
La decadencia del lince se explica en primer lugar por la desaparición de su principal fuente de alimentación (más de 80%): los conejos, devastados por la myxomatosis en los años 1950 y recientemente por la enfermedad hemorrágica del conejo (RHD), subrayó el estudio dirigido por Miguel Araújo, investigador en el Museo Nacional de Ciencias naturales de Madrid.
Una caza exagerada del conejo por el hombre y la fragmentación del hábitat del lince aceleraron su decadencia.
Según este estudio, el calentamiento climático acrecentará todavía mas las amenazas que pesan sobre la sobrevivencia de esta especie, y puede llevar a su desaparición en 50 años, incluso con una política ambiciosa para reducir las emisiones de gas con efecto invernadero.
Los investigadores consideran que los métodos actuales para preservar al animal (aumentar la densidad de los conejos, administrar mejor el hábitat y prevenir las enfermedades) solo retardarán su extinción programada y recomiendan tomar más en cuenta los efectos esperados del cambio climático.
Según sus simulaciones, la reintroducción cada año de seis machos y seis hembras en algunos lugares estratégicos, escogidos en función de la población inicial o su conectividad entre ellos, podría impedir esta desaparición programada.