VALENCIA.- La resistencia de los bosques amazónicos al estrés térmico, como en situaciones de sequía, podría estar debilitándose, según un estudio de la Universidad de Valencia, en el este de España.
Esta es la principal conclusión del estudio que evaluó los efectos de las sequías de 2005 y 2010 en los bosques tropicales del Amazonas y que ha sido publicado en el Journal of Geophysical Research.
Según los investigadores, las regiones más afectadas por este calentamiento reciente "se encuentran en la zona sureste, coincidiendo con el llamado arco de deforestación", que incluye las regiones brasileñas de Rondonia, Mato Grosso y Pará, donde las prácticas de deforestación "han sido más agresivas en los últimos años".
Uno de los factores más determinantes del cambio climático sobre la región amazónica son las sequías severas, "fenómenos que se producen por un aumento en la temperatura del mar", en particular en la zona este del Océano Pacífico, y que se conocen popularmente como "El Niño".
Son numerosos los estudios que analizaron en los últimos años el efecto de las sequías sobre el verdor de los bosques amazónicos medido con datos de satélite, "pero son escasos los trabajos que analizaron el papel de las anomalías térmicas", afirma en una nota la Universidad de Valencia.
El análisis de los datos climáticos de los últimos 32 años y datos de satélites entre 2000 y 2012 muestran un calentamiento estadísticamente significativo en la última década, algo que no se observa en las dos anteriores.
Aunque los expertos siempre consideraron que los bosques tropicales del Amazonas "poseen una extraordinaria resistencia a las condiciones de estrés hídrico", los resultados mostrados en este estudio sugieren que la resistencia de los bosques amazónicos al estrés térmico podría estar debilitándose.
La selva amazónica representa alrededor del cincuenta por ciento de los bosques tropicales del mundo y supone "un componente clave del ciclo global del carbono", de manera que los cambios que se producen en estos bosques pueden afectar a la concentración de CO2 en la atmósfera y por tanto al propio cambio climático.
El trabajo fue realizado por los investigadores de la Universidad de Valencia Juan Carlos Jiménez-Muñoz y José Antonio Sobrino, con la colaboración de Cristian Mattar, de la Universidad de Chile y Yadvinder Malhi, de la Universidad de Oxford.