El mosquito conservaba restos de sangre en su abdomen.
APWASHINGTON.- El hallazgo del fósil de un mosquito que todavía contiene restos de sangre en su interior fue anunciado este lunes por un equipo de entomólogos, que realizó el inédito descubrimiento en Montana, Estados Unidos.
Los restos del insecto mostraban indicios de lo que fue su última comida, realizada hace 46 millones de años.
"Es el primer fósil de un mosquito todavía lleno de sangre que ha visto jamás la luz", afirmó Dale Greenwalt, bioquímico retirado que trabaja en el Museo de Historia Natural de Washington y principal autor del avance, publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS).
Instrumentos de última generación permitieron detectar rastros de hierro en el abdomen del mosquito. No obstante, todavía es un misterio de dónde proviene la sangre de la que se alimentó, debido a que no es posible extraer ADN de un fósil tan viejo.
El fósil más antiguo de un díptero de este tipo se remonta a 95 millones de años, época en la que los dinosaurios -desaparecidos hace 65 millones de años-, todavía existían. No obstante, en esa oportunidad no se encontró sangre, precisó Greenwalt.
Hasta ahora sólo se han encontrado cuatro especies fosilizadas dentro de la amplia variedad de insectos y otros animales que se alimentan de fluido sanguíneo. Entre ellas se cuentan parásitos de la enfermedad del sueño (trypanosoma) y de la malaria (plasmodium).
El mosquito hallado ahora se encontraba en una capa sedimentaria de un antiguo lago ubicado en la formación geológica de Kishenehn, en el noroeste del estado de Montana. Su importancia se basa en que es el único hasta el momento que ha mostrado que la hemoglobina y sus bimoléculas derivadas pueden ser preservadas en un fósil.
Conservación de grandes moléculas
Un análisis espectrométrico con resonancia magnética nuclear con polarización reveló que su abdomen contenía niveles muy altos de hierro, cuya fuente eran moléculas de pofirinas que forman parte de la composición de la sangre.
Los datos confirman la posibilidad que biomoléculas complejas puedan mantenerse conservadas en fósiles a través de largos períodos, según los investigadores.
Por ello, el hallazgo abre perspectivas en torno a la obtención de antiguas moléculas más frágiles, como el propio ADN, que generalmente no sobrevive a los procesos de fosilización.
El descubrimiento también extendió en hasta al menos 46 millones de años el "árbol genealógico" de los mosquitos.
El importante fósil se encontraba en la colección de un entomólogo estadounidense que data de hace 25 años y que fue donada al Museo de Historia Natural de Washington.