WASHINGTON.- Un método para almacenar gases nocivos de efecto invernadero mediante su inyección bajo tierra pudo haber desencadenado una serie de terremotos en Texas, Estados Unidos, de magnitud 3 o superior, según señala un estudio estadounidense.
Los resultados de la investigación, publicados en las actas de la Academia Nacional de Ciencias, son los primeros que establecen una relación entre el almacenamiento de carbono y temblores de magnitud de entre 3,0 a 4,4 grados.
Investigadores advirtieron el año pasado en la misma publicación que la captura y el almacenamiento de carbono podrían generar terremotos, pero no se habría encontrado evidencia de ello hasta ahora.
El estudio se centra en la actividad sísmica registrada en los campos petroleros de los condados de Scurry y Kent, en el noroeste de Texas, conocidos como Cogdell y Kelly-Snyder.
En Cogdell se recurrió a un método llamado de inyección de agua para impulsar la producción de petróleo entre 1957 y 1982. Investigaciones precedentes hallaron que esa práctica causó pequeños temblores en la zona en ese período. Más recientemente, fueron inyectados metano y CO2 en el yacimiento de petróleo en grandes volúmenes, señaló la investigación, realizada por Wei Gan y Cliff Frohlich, de la Universidad de Texas.
El estudio se llevó a cabo en un área en la que el Departamento de Energía de Estados financió una investigación sobre los impactos potenciales de la captura de carbono y el almacenamiento (CCS), una propuesta técnica destinada a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por captura de CO2 e inyección subterránea para un almacenamiento a largo plazo.
"El resultado más significativo de esta investigación es que la inyección de gas pudo haber contribuido a desencadenar una secuencia de sismos que se producen desde el año 2006 en y cerca del campo Cogdell en Texas", destacó el estudio. "Esta es una instancia inusual en la que inyección de gas pudo haber contribuido a desencadenar terremotos con magnitud tres o mayores", agregó.
En el período 2006-2012 se registraron 18 terremotos de magnitud 3 o más, incluyendo un terremoto de 4,4 el 11 de septiembre de 2011. También hubo 93 temblores en la zona Cogdell entre marzo de 2009 y diciembre de 2010, tres de ellos de magnitud superior a tres".
La inyección de agua no hubiera podido explicar esos movimientos de tierra, que tuvieron lugar tras 24 años sin que ninguno fuera detectado, señalaron los investigadores. El estudio fue financiado por el Geological Survey de Estados Unidos y el National Natural Science Foundation de China.