LONDRES.- El meteorito que el pasado 15 de febrero cayó cerca de la ciudad rusa de Chelyabinsk, en los montes Urales, se fragmentó a una distancia de entre 45 y 30 kilómetros de la Tierra, según un estudio publicado hoy en "Nature".
De acuerdo con el estudio, dirigido por Jirí Borovicka, de la Academia de Ciencias de la República Checa, el cuerpo espacial, que tenía unos 19 metros de diámetro, se rompió en el aire en múltiples fragmentos, de los cuales sólo unos pocos encontrados superaron los cien gramos.
El pasado 16 de octubre, buzos rusos sacaron del fondo del lago Chebarkul -donde justo después de la caída del meteorito se detectó un agujero de ocho metros en el hielo- un fragmento de 570 kilos de peso de esa piedra, el más grande hallado hasta el momento. Los buceadores habían sacado hasta entonces doce rocas del lago, cinco de las cuales fueron identificadas como trozos del cuerpo celeste, de las cuales la más grande pesaba sólo 4,74 kilos.
Los científicos estudiaron las características del meteorito a partir de los datos captados por múltiples instrumentos astronómicos y los numerosos vídeos que proliferaron tras su caída, que causó más de 1.500 heridos y sumió en el pánico a la región.
A partir de esta información, el equipo de Borovicka estableció que el asteroide de Chelyabinsk siguió una órbita "similar a la de otro asteroide que ha orbitado cerca de la Tierra", el 86039 (1999 NC43), de dos kilómetros de diámetro, lo que sugiere que "los dos fueron en su día parte del mismo objeto".
Utilizando como referencia los tiempos de llegada de las explosiones sónicas secundarias en los vídeos se localizaron puntos de fragmentación y se calculó que el asteroide se rompió en pedazos a una distancia de entre 45 y 30 kilómetros de la superficie terrestre.
La reconstrucción del recorrido y el impacto del superbólido es importante para establecer el origen, la trayectoria y la potencia de la detonación, lo que a su vez ayudará a crear modelos teóricos para estimar la frecuencia y el daño potencial de tales eventos.
Según la NASA estadounidense, el asteroide de Chelyabinsk tenía una masa de hasta 10.000 toneladas en el momento de estallar en la atmósfera y es el mayor caído sobre la Tierra desde el que se precipitó en el río Tunguska, en Siberia, en 1908.
Según otro estudio publicado también hoy en "Nature" -dirigido por Peter Brown, de la Universidad del Oeste de Ontario (Canadá)-, la energía de la detonación del asteroide caído en febrero, que rompió miles de ventanas en Chelyabinsk, era equivalente a una explosión de 500 kilotones de trinitrotolueno o TNT.
En su momento de máxima luminosidad, la explosión pareció treinta veces más brillante que el sol, según las estimaciones de este equipo de expertos.
Según se ha señalado en otros estudios, el meteorito de Chelyabinsk contenía en su mayor parte minerales de silicatos como el olivino y el ortopiroxeno, además de sulfuro de hierro y níquel, y, en menor medida, cromo, clinopiroxeno y plagioclasas.
El estudio de los meteoritos es crucial para la reconstrucción de las etapas iniciales del sistema solar, ya que esos cuerpos astrales incluyen los componentes a partir de los que fueron creados originalmente los planetas.