Keep It fabrica muebles a partir de bandejas de carga reutilizadas.
Keep ItSANTIAGO.- Durante el segundo semestre del año pasado, seis alumnos de Ingeniería comercial de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) recibieron un encargo: crear un proyecto capaz de generar dos millones de pesos en ganancias en poco más de un mes. Esa ambiciosa misión los llevó a crear Keep-It; una micro empresa que reutiliza palets, o bandejas de carga hechas de madera, y los convierte en muebles de jardín.
La idea nació de Agustín Contreras (23), Christian Hunt (19), Mateo Gutiérrez (19), Felipe Billa (19), Federico Neumann (19) y Vicente Toro, todos estudiantes del taller de emprendimiento de la UAI. Pero según cuentan, fue Mateo quien descubrió que podrían reutilizar los palets de madera para transformarlas en muebles de jardín. "Él es el creativo. Se acordó que un tío tenía de estas bandejas de carga sin usar", cuenta entre risas Federico, quien hace las funciones de relacionador público y vendedor del proyecto.
"Tras recibir los palets, los lijamos, pintamos o barnizamos, y si es necesario hacemos un diseño personalizado sobre la mesa, esto según lo que quiera el cliente", explica el estudiante, indicando que venden mesas con y sin respaldo, cavas para poner en la pared, mesas para catar vinos y stands, todo a base de material reciclado.
El resultado son muebles de aspecto algo campestre, ya que aprovechan la naturalidad de la madera para crear espacios resistentes y con creativos diseños. Con ellos llamaron la atención de los organizadores del festival de música electrónica Mysteryland. "Fue cosa de suerte", cuenta Federico, ya que gracias a un pariente se enteraron de la necesidad de mobiliario para el evento de Picarquín, contactaron a los organizadores y tras mostrar sus diseños recibieron el encargo: 35 mesas y 140 bancas, todo un logro.
Hoy cuentan con una página en Facebook y un sitio web en los que se pueden realizar cotizaciones y encargos, además utilizan Twitter como medio de difusión y venta de los novedosos "eco-muebles".
"Quienes vieron los muebles en Mysteryland los encontraron choros y tenemos amigos a los que les gustan y nos ofrecen diseños, nos dicen qué colores les gustarían", cuenta Federico y agrega que el negocio va bien encaminado por lo que les gustaría seguir con él más allá del encargo universitario.