En la foto, trabajadores del Jet Propulsion Laboratory trabajan en uno de los SIAD.
NASA/JPLWASHINGTON.- Desde todo punto de vista, la llegada de Curiosity a Marte fue un éxito. El robot y su sistema de aterrizaje sobrevivieron los "siete minutos del terror", nombre con el que se conocía su secuencia de descenso, arribando al planeta rojo sin problemas. Pero junto al logro, la experiencia sirvió para que la NASA enfrentara una realidad: enviar cualquier estructura más grande que Curiosity implicaría un nuevo sistema de aterrizaje.
Tras años de trabajo, la agencia finalmente está lista para la primera prueba práctica de su nuevo sistema, bautizado como "Desacelerador Supersónico de Baja Densidad" o "LDSD", por sus siglas en inglés. El proyecto usa un nuevo paracaídas supersónico para detener la caída, además de un dispositivo similar a un platillo volador, que se infla rápidamente para desacelerar la caída del objeto.
Todo parte por la baja densidad de la atmósfera de Marte, correspondiente al 1% de la de la Tierra. Esto significa que tiene demasiado aire como para sólo usar cohetes en la caída, pero tampoco tiene suficiente como para confiar en la fricción del aire y en un paracaídas.
Hasta ahora se ha usado un sistema que mezcla un paracaídas con una grúa integrada en la carga. Ese fue el caso de Curiosity, que venía cayendo a 21.000 km/h cuando entró a Marte. La fricción de la atmósfera permitió que bajara a 1.400 km/h. Ahí fue donde se desplegó el paracaídas, de 15,5 metros de diámetro, para finalizar el proceso que requirió de una grúa que terminó con el rover posicionado en la superficie.
Las características del ambiente marciano no permitirían controlar la caída de un artefacto más grande, como por ejemplo, un "hábitat para humanos", que sería más grande y pesado. Por ello, el proyecto LDSD usa dos estructuras diferentes para la tarea.
Hasta ahora, el sistema incluye dos estructuras similares a un globo, llamados SIADs, con un tamaño de 6 metros de diámetro en el SIAD-R y 8 metros en el SIAD-E. Ambos están diseñados para inflarse a una velocidad de 4,280 km/h, permitiendo que la caída descienda hasta los 2,445 km/h. Al inflarse, los globos rodean el objeto por los lados, dándole más volumen.
Al bajar la velocidad, el nuevo paracaídas supersónico entra en acción, hasta finalmente llegar al punto en que la grúa puede actuar y finalizar el descenso.
Durante junio se realizará la primera prueba de LDSD, en la isla de Kauai, en Hawaii. Otras dos pruebas más están en carpeta para junio y agosto del próximo año.
Aún no hay claridad sobre cuándo entraría en acción el nuevo método de aterrizaje. El próximo gran viaje de la NASA a Marte ocurrirá en 2020, cuando se envíe al rover sucesor de Curiosity. Si bien esa misión no requeriría el nuevo sistema para su llegada, sí podría necesitarlo la nave que irá a recuperar el robot para traer de vuelta a la Tierra las muestras que tome en el planeta rojo.