Gusanos de seda.
EFENORWICH.- Consentir a las hormigas con pétalos de rosas y naranjas frescas podría parecer una insólita manera de salvar la medicina moderna, pero los científicos de un laboratorio de Inglaterra piensan que vale la pena intentar.
Al tiempo que el mundo pide a gritos nuevos antibióticos, los investigadores en el John Innes Centre (JIC) en Norwich también están apostando por una bacteria extraída del estómago de grandes insectos palo y de los gusanos de seda con un gusto por plantas altamente tóxicas.
Su trabajo es parte de una nueva forma de pensamiento en la búsqueda de medicamentos que eliminen las súper bacterias, volviendo a la naturaleza con la esperanza de que desde lugares tan extremos como el interior de los insectos, las profundidades de los océanos, o los desiertos más secos puedan surgir novedades químicas que lleven a nuevos fármacos.
"Los productos naturales habían dejado de ser preferidos en el ambiente farmacéutico, pero ahora es el momento de revisar eso", dijo Mervyn Bibb, un profesor de microbiología molecular en JIC que colabora con otros genetistas y químicos. "Necesitamos pensar ecológicamente, algo que tradicionalmente la gente no ha hecho", agregó.
"Es un buen momento para buscar antibióticos porque hay muchas nuevas vías para explorar", dijo Christophe Corre, un investigador de la Royal Society en el departamento de química de la Universidad de Warwick.
Microorganismos del fondo submarino
Marcel Jaspars, profesor de química orgánica de la Universidad de Aberdeen en Gran Bretaña, encabeza una operación submarina en las profundidades desconocidas para buscar bacteria que nunca, casi literalmente, ha visto la luz del día.
Con US$ 12,7 millones de financiamiento de la Unión Europea, Jaspars lanzó un proyecto llamado PharmaSea en el que él y un equipo de investigadores recogerán muestras de tierra y sedimentos de áreas submarinas profundas en el océano Pacífico, aguas árticas alrededor de Noruega y luego en la Antártida.
Como el estómago de insectos palo o las capas protectoras de las hormigas de hoja, esos lugares extremos son hogar de poblaciones endémicas de microbios que han desarrollado maneras únicas de lidiar con el estrés de la vida, incluidos ataques de otros insectos.
"Básicamente, estamos buscando poblaciones aisladas de organismos. Habrán evolucionado de manera diferente y por lo tanto producido nuevos químicos", explicó Jaspars.
La naturaleza históricamente le ha servido a la humanidad en lo que se refiere a medicinas nuevas. Incluso Hipócrates, conocido como el padre de la medicina occidental, dejó registros históricos describiendo el uso de polvo hecho de corteza de sauce para ayudar a aliviar el dolor y la fiebre.
Esos mismos extractos luego fueron desarrollados para crear la aspirina, un medicamento que desde entonces también se usa para prevenir cóagulos sanguíneos y como protección contra el cáncer.
El fármaco Rapamune de Pfizer, usado para prevenir el rechazo en trasplantes, se originó en un microorganismo aislado de tierra recogida en la Isla de Pascua en el océano Pacífico, mientras que la penicilina, el primer antibiótico, se originó en un hongo.