SANTIAGO.- El universo está lleno de estrellas, y algunas de ellas terminan su evolución en una explosión cósmica masiva conocida como supernova. Cuando explotan, éstas arrojan material al espacio a entre 15.000 y 40.000 kilómetros por segundo.
En 2011 un grupo de académicos descubrió la supernova SN 2011dh y no obtuvo precisiones acerca de su origen. Sin embargo un grupo de astrónomos chilenos junto otros académicos internacionales, lo descubrieron.
Liderados por el investigador del Instituto Kavli de Física y Matemática del Universo de la Universidad de Tokio, Gastón Folatelli y en colaboración con los expertos del Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile y del Instituto Milenio de Astrofísica MAS, Mario Hamuy y Hanindyo Kuncarayakti, el grupo encontró evidencia que explica que el progenitor de aquella supernova sería una estrella supergigante amarilla.
"Estudiamos esta supernova en detalle y esencialmente encontramos que el progenitor de ésta, tenía que ser un sistema binario, compuesto por una estrella amarilla y una azul", afirmó Mario Hamuy, Director del Instituto Milenio de Astrofísica MAS a Emol.
La teoría fue comprobada cuando los astrónomos hallaron evidencia de la compañera gracias a imágenes obtenidas con el Telescopio Espacial Hubble (HST), tres años después de la explosión. Se trataba de una estrella azul brillante, el eslabón faltante para corroborar la hipótesis de que la mayoría de las estrellas masivas no son solitarias, sino que pertenecen a sistemas binarios con profundas interacciones.
Para el equipo es un logro astronómico importante ya que hay pocas supernovas con progenitoras conocidas. "Entender las supernovas, es entender el origen de los elementos químicos. Las fuentes de éstos -para que se formara un planeta como la Tierra- son los interiores de las estrellas", afirma Hamuy.
Para el académico, nuestro país cuenta con las mejores condiciones para observar el universo gracias a sus cielos y afirma que está la obligación de utilizar correctamente el 10% de tiempo de observación que se le otorga en los observatorios del mundo. "Tenemos la fortuna de contar con los mejores cielos del mundo. En Chile se realiza el 40% de observación astronómica a nivel mundial y de aquí a unos diez años será de un 70%".
"Los recursos locales no son siempre los más adecuados. Somos líderes a nivel mundial en astronomía. Basta con que el Estado ponga incentivo para que Chile la rompa en astrofísica a nivel mundial", concluye Hamuy.