VILLANUEVA DE LA CAÑADA.- La misión SMOS de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha sido bautizada como la "misión del agua" y ya logró dos de sus principales objetivos: realizar mediciones globales de la salinidad de los océanos y de la humedad de la Tierra cada tres días, aunque no exclusivamente.
Esta es una de las principales conclusiones de la segunda conferencia de ciencia de SMOS, un satélite de tres brazos y 72 antenas.
SMOS fue lanzado en noviembre de 2009 y desde entonces ha enviado a las antenas de la ESA en Villanueva de la Cañada y Kiruna (Suecia) datos para calcular la salinidad oceánica y humedad terrestre, importantes para comprender mejor la circulación de los océanos y el ciclo del agua o profundizar en la prevención de huracanes o incendios.
La salinidad, que tiene la particularidad de que solo se modifica por intercambio con la atmósfera, es una de las dos variables que definen la densidad del agua de mar. La otra es la temperatura.
Los satélites miden esta última desde hace décadas, sin embargo hasta ahora no se había conseguido con la salinidad, explicó a Efe Jordi Font, investigador co-líder de SMOS, del Instituto de Ciencias del Mar (Consejo Superior de Investigaciones Científicas).
Las diferencias de densidad son las que mantienen las grandes corrientes oceánicas, según Font, para quien conocer la circulación de los océanos y el ciclo del agua –evaporación, nubes, precipitaciones, humedad– permite a los científicos entender mejor cómo está afectando y afectará el cambio climático, y sirve para mejorar los modelos climáticos y meteorológicos.
Por ejemplo, SMOS ha arrojado luz sobre la evolución de la serpenteante corriente del Golfo, uno de los sistemas de corrientes más estudiados, que se origina en el Caribe y fluye hacia el Atlántico Norte.
SMOS ha constatado también que la salinidad de la superficie oceánica se ve afectada por el paso de un huracán: el Igor de 2010 provocó que el agua de la desembocadura del Amazonas aumentase su grado de salinidad al mezclarse con aguas más profundas y saladas.
Los datos de este satélite, según Font, se complementan con los que ofrecen las 3.000 boyas con sensores lanzadas al mar dentro del proyecto Argo (más precisas a la hora de medir la salinidad que el satélite pero con menos capacidad para obtener datos globales).
En cuanto a datos de salinidad "no creo que encontremos sorpresas", pero lo importante ha sido demostrar que este componente se puede medir desde el espacio, de manera continuada y con una resolución mayor que cualquiera de las boyas, confirmó Font.
Otra de las cosas que mide SMOS es la cantidad de agua almacenada en la vegetación, lo que sirve por ejemplo para evaluar la producción agrícola o valorar el riesgo de incendios. El objetivo en un futuro, predecir en zonas forestales los incendios y su dimensión.
Para Manuel Martín Neira, de la ESA (fue ingeniero principal de instrumento de SMOS), el satélite cumplió los dos principales objetivos para los que fue diseñado: medir salinidad y humedad. Sin embargo, también se ha mostrado útil para medir el hielo ártico –hasta medio metro de espesor– o la velocidad de vientos huracanados o tifones (de 300 kilómetros por hora).
SMOS fue programado inicialmente para tres años, pero su "buena salud" permitirá que esté activo, al menos, hasta 2017. La comunidad científica, según distintas fuentes, está muy interesada en que continúe todavía más, pues por ejemplo desde el punto de vista climático los datos son más útiles a largo plazo.