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Caramba...

El magro empate de la selección ante Perú no sólo significa la pérdida de dos puntos importantes en la ruta eliminatoria, que tiene a Chile en el penúltimo lugar de la tabla sudamericana. También pone un inmenso paréntesis de duda en torno a la solidez del plantel y a la idea técnica que, en realidad, parece demasiado raída y gastada.

27 de Abril de 2000 | 10:47 | El Mercurio
Caramba...Asilados en la obsesión permanente de sentir que existen razones para la ilusión, noches como las vividas ayer en el Nacional no hacen más que volver al fútbol chileno a la más cruda realidad.

La experiencia no se aprende. Más bien, queda guardada en el último rincón de la memoria y no sirve como para sacar lecciones.

Todas las cartas estaban ayer jugadas a la victoria frente a Perú. Más allá del torpe ir y venir de las declaraciones previas, estaba en el sentir mayoritario la idea de una victoria acaso obligada por la historia, por esos números que parecen ser necesariamente determinantes.

Y eso hizo que se crearan mitos y que se olvidaran las verdades. En el fondo, esas son las razones del famélico 1-1.

Chile presenta la imagen pública de aquel equipo que en las eliminatorias pasadas logró su objetivo de llegar al Mundial y no la que realmente tiene hoy. Y son diferentes. Porque los de ayer ya no son los de hoy. La generación, más que madurar, ha envejecido, se ha gastado, y el necesario proceso de recambio va a paso lento por mucho que algunos nombres emerjan como alternativa.

También en el alma misma del fútbol que exhibe el equipo existen fórmulas agotadas. El dibujo táctico de Nelson Acosta no sorprende. Más bien, aburre por lo previsible y, lo que es mucho peor, ayuda al planteamiento rival como quedó demostrado anoche frente a los del Rímac.

Es cierto que Chile, por el devenir propio del encuentro, bien pudo haber logrado la victoria. Pudo conseguirla en un par de intervenciones de Iván Zamorano, cuando logró vulnerar esa débil dupla de centrales que conforman Rebosio y Pajuelo, obtenerla a través de un penal no cobrado por aquella falta de Soto sobre el propio delantero de Inter o pescarla a través de algún iluminado toque de Marcelo Salas.

Pero fueron poco más que intenciones que, de haberse cristalizado, ni siquiera habrían servido para cambiar el cuadro general. Y eso lo ratifica el hecho de que el huésped bien puede pensar que se fue con un premio demasiado corto.

Sí, señor. Perú, asentado en el gran trabajo de su mediocampo recuperador y tocador, llevó el ritmo del partido por gran espacio del encuentro. Adormeció con su toque, provocó cortes demasiado notorios en las líneas nacionales y elevó a categoría de figuras chilenas a dos hombres de retaguardia: el portero Nelson Tapia y el volante Clarence Acuña.

Los nacionales apenas tuvieron chispazos, momentos de conexión. Poquísimo en realidad para asentar esa cuasi seguridad anticipada en la victoria.

No nos engañemos. Lo de ayer es el signo de los tiempos que se viven. Hay demasiadas dudas y cabos sueltos en el trabajo y conformación de la selección. No basta ya con recordar los viejos tiempos. El camino eliminatorio recién empieza y hay tiempo para enderezar la ruta. Pero primero hay que reconocer que estamos en un callejón.

Por Sergio Gilbert J.
Notas: Felipe Vial, Pablo Aravena y Leonardo Burgueño.
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