DISCURSO
SENADOR DON EDUARDO FREI RUIZ-TAGLE
ACTO CONMEMORACIÓN FALLECIMIENTO
DEL EX PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
DON EDUARDO FREI MONTALVA
Santiago, 22 de enero de 2001
Con profunda emoción, múltiples recuerdos y sensaciones vengo esta tarde a rendir homenaje a la memoria de mi padre. Evidentemente, no me es fácil referirme a una persona que iluminó mi hogar y mi vida, y que hasta el día de hoy recibe el cariño y reconocimiento del pueblo de Chile.
Hablar de Eduardo Frei Montalva es hablar de una generación de hombres excepcionales, que se planteó la necesidad de construir una sociedad que dignificara al hombre, proyecto que constituyó una esperanza y luego una realidad para millones de chilenos que soñaban con una vida mejor.
Lo hicieron forjando un ideario político sólido que ha iluminado la vida de Chile en los últimos cincuenta años. ¿Cuál es la razón de este hecho sin precedentes? El hecho profundo es que se logró conjugar una visión nueva de Chile cimentada en el Evangelio, la filosofía moderna, la política, la economía y la cultura.
Para ellos el servicio público era una tarea de civilización que definieron como "una de las formas más altas de caridad", en la cual los problemas políticos son los que arrancan del anhelo de construir un verdadero espíritu humano como motor del desarrollo.
Sobre la base de esos principios, Eduardo Frei reflexionó y debatió acerca de las inquietudes a las que debía dar respuesta un político cristiano. De ahí surgió su perspectiva humanista cristiana ante la vida que le permitió enfrentar los desafíos concretos de cada situación.
Una vida marcada por la coherencia
Creatividad y consecuencia fueron las cualidades que lo acompañaron a lo largo de su existencia. Creatividad porque fue el precursor de un estilo de hacer política que muchos creyeron una utopía y que él demostró que era posible de llevar a cabo: compatibilizar el ejercicio del poder con valores éticos y morales superiores.
Consecuencia porque por sobre las penurias, amenazas y hostilidades, y también por encima de las profundas transformaciones que tuvieron lugar en su época, su acción política al servicio de Chile fue un ejemplo de coherencia entre lo que pensaba, lo que escribía y como actuaba.
Su mensaje así lo confirma. Ahí está su testimonio de más de cincuenta años. Desde su primera intervención en la Revista de los Estudiantes Católicos en el año 1930, hasta su último libro "El Mensaje Humanista", publicado en 1981, su pensamiento se nos presenta siempre en una sola dirección.
No le fue fácil ser fiel a sus convicciones. Precisó de valentía, perseverancia y mucha pasión por sus ideas. Junto a sus camaradas falangistas supo lo que era esperar durante años para que su sueño de una comunidad de hombres libres se convirtiera en una fuerza política de gran arraigo popular.
También conoció la soledad. Muchas veces su rigurosidad ideológica y consecuencia le significó ser ferozmente juzgado, atacado y hasta calumniado por sus adversarios. Así ocurrió cuando enfrentó sin temores la amenaza de los totalitarismos de cualquier signo y cuando practicó con rigor la crítica al capitalismo, en momentos que el mundo se polarizaba.
La fidelidad a sus ideas le trajo nuevos sinsabores años más tarde cuando sobrevino el quiebre del sistema democrático en Chile y el país se dividió en dos posiciones irreconciliables.
Su lucha por la democracia
Algunos no lo entendieron o no lo quisieron entender, otros insisten en negar la historia o en interpretar falsamente los hechos, incluso varios años después de su muerte. Sin embargo, la verdad es que a lo largo de su vida no dudó en rechazar toda forma de autoritarismo combatiendo con fuerza las dictaduras en todas partes del mundo.
Sí señores, que lo escuchen bien los jóvenes de mi Patria: Eduardo Frei Montalva siempre se opuso a las dictaduras, jamás traicionó sus convicciones republicanas y democráticas, y nunca dudó en alzar su voz para denunciar los abusos a los derechos humanos.
Aún en los últimos años de su vida no perdió oportunidad para exigir la vuelta a la democracia, pese a que sabía que le traería conflictos, ataques y permanentes hostilidades. El golpe de estado le causó honda tristeza y murió sumido en la angustia de ver a Chile debatiéndose entre la violencia y el odio.
Pero así como luchó contra las dictaduras fue intransigente en su forma de entender la democracia. Sus virtudes democráticas y republicanas no se limitaban a esperar cada cierto tiempo la realización de elecciones.
Por el contrario, la sentía y vivía como un régimen de exigencias: exigencias para los gobernantes, representantes populares y funcionarios públicos de servir a la gente con dignidad; exigencias para los ciudadanos de cumplir sus deberes y hacer valer sus derechos; exigencias para los partidos políticos de desarrollar conductas basadas en el bien común y enmarcadas en valores éticos y morales intransables; y exigencias de ser perseverantes en el esfuerzo de alcanzar las metas.
La fortaleza de estas convicciones lejos de ser una retórica artificiosa constituyeron la piedra angular de su acción política. Fue la promoción popular, gracias a la cual miles de jóvenes, campesinos, obreros, pobladores y mujeres marcharon con él, así como también lo acompañaron el día de su funeral, a pesar del miedo y de las amenazas. Era el testimonio de un pueblo que se puso de pie para agradecer a un hombre que les hizo sentir seres dignos y con derechos, dejando atrás años de sufrimiento y postergaciones.
Palabras finales
A diecinueve años de su muerte su obra sigue vigente. La necesidad de buscar un mundo nuevo y más humano es un trabajo que no se detiene y que los humanistas tenemos el deber de continuar. La mejor forma de honrar su memoria es perseverar en esta tarea y asumir su legado, aquel que nos habla de ser exigentes, consecuentes, creativos, profundos y apasionados.
Desde este lugar, la Plaza de la Constitución, Eduardo Frei Montalva nos mira y nos acompaña ante los desafíos que nos demanda la hora actual, mientras su recuerdo permanece imborrable en todos los chilenos que amamos la democracia, la libertad y la justicia.
Muchas gracias.