ARMENIA, Colombia.- El delantero costarricense Paulo César Wanchope, que hoy regresa a su país con el equipo que dirige Alexandre Guimaraes tras ser eliminado por Uruguay en los cuartos de final de la Copa América, dejó su marca indeleble en el torneo al haber marcado goles en todos los partidos que jugó.
El moreno del Manchester City inglés ha sido durante una semana y media la figura estelar de la competición en Colombia y no hubo defensa que pudiera con él y que lograra neutralizarlo, ni siquiera en el encuentro en el que su equipo quedó fuera de carrera.
Con cinco tantos marcados, Wanchope se situó en lo alto de la tabla de goleadores con una diferencia respecto al resto de los realizadores del campeonato suficiente para aspirar a ser el máximo anotador, pese a que no jugará las semifinales y la final.
Un gol suyo sirvió en el debut de los "ticos" para obtener tres puntos ante Honduras (1-0), otro permitió un empate ante Uruguay (1-1), dos contribuyeron a aplastar a Bolivia (4-0) en el último encuentro de la primera fase y el último lo anotó ante Uruguay (1-2) en los cuartos de final.
De todos ellos, uno sigue despertando comentarios de admiración en la Copa América de Colombia: el que anotó ante los uruguayos en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, con un toque suave al balón con la parte externa del pie derecho después de haber eludido dos veces a la defensa rioplatense.
Pero Wanchope no sólo es un goleador, sino un jugador de una gran técnica, de una creatividad inagotable y de un espíritu de lucha que no claudica ante las situaciones adversas, frente a la sucesión de faltas con la que intentan frenarlo y ante sus propios tropiezos.
En este torneo, y tras protagonizar dos o tres jugadas ofensivas impactantes en el primer partido, el público se puso de pie en los graderíos cada vez que se hacía del balón y salía despedido como un proyectil hacia el área rival.
Ensayó todos los lujos posibles y no faltó quien comentara que exageró en ese sentido, lo cual es discutible si se tiene en cuenta la pobreza de recursos, de ideas y de intenciones que ofrece el cada vez más mecanizado y pobre fútbol moderno.
El jugador surgido en el Herediano costarricense decidió jugar la Copa América y aplazar su reincorporación al Manchester City, tras sus vacaciones, con la idea de destacar en el torneo continental y despegar de la segunda división inglesa con destino a otro país europeo.
En Medellín y Armenia, Wanchope logró su primer objetivo, el de destacar y convertirse en la estrella de la competición que acaparó los espacios más destacados de la prensa colombiana fuera de los dedicados, como es lógico, a la selección local, candidata a quedarse con el trofeo.
Sus allegados en la delegación centroamericana han comentado que "hubo sondeos" para intentar su fichaje de parte de un equipo español -se insiste en que es el Málaga- y que el jugador espera otras ofertas para los próximos días, ya que "se resiste a volver a jugar en la segunda división inglesa".
Paulo César Wanchope encontró a los 25 años en la Copa América un nuevo canal de proyección, un ámbito que le ha sido propicio para exponer sus cualidades técnicas y para elevar la consideración mundial sobre el fútbol costarricense.
En ese pequeño país centroamericano los aficionados tienen hinchado el pecho de orgullo por lo que demostró en Colombia su selección y por Wanchope, una de las potenciales estrellas del Mundial 2002, del que Costa Rica está muy cerca como líder de las eliminatorias en su región.