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Oro para el 2003

05 de Diciembre de 2003 | 13:04 | Amanda Kiran
La primera vez que me nombraron para jugar a este deporte, no pensé que me acompañaría tanto.

La primera vez que jugué con la pelota, y me sentí cómoda, fue bastante tiempo después que la primera vez que la toqué.

Así y todo, la dedicación y el esfuerzo me llevaron a ser cada vez mejor. Es verdad, eso sirve.

¡Ah! Si, estoy media melancólica. Es que igual, dentro de todo, estoy vieja. Vieja para jugar tanto a esta cosa, que me encanta. Vieja, para entrenar todos los días hasta las once de la noche, como fue este año. Vieja para andar pidiendo permisos, por giras y viajes. Vieja para correr una hora alrededor de una pista atlética.

Mirando hacia atrás, he cumplido todas mis metas deportivas. Todas las que dependen de mí, al menos.

Uno que otro premio más me habría gustado obtener, pero eso no pasa por mí. Las merecidas experiencias que llevo encima me dejan ver que este deporte me ha regalado demasiadas satisfacciones, y más de alguna que otra pena. Pero las menos.

Han pasado 21 años desde la primera vez que tomé un “palo” de hockey. De esos 21, al menos 8 años fueron dentro del colegio y el resto en el club de mis amores.

Ahí empezó el real encantamiento. He sido parte de equipos infantiles. De primera división. Selecciones del club. Selecciones nacionales, lejos lo más importante. La “Roja” es la que de verdad va dentro del corazón.

He viajado a muchas partes del mundo, muchas, incluso aportando de mi bolsillo. Otra miles no pagando ni un solo peso.

He conocido a personas. Me he encariñado y también he olvidado. Han sido años y sensaciones inolvidables. Han sido 21 años de alegrías, las cuales me han transformado en la persona que soy.

Qué increíble pensar que este deporte me llevó a ser la persona que hoy habita dentro de mí, a la gente que hoy conozco, a los mejores amigos que hoy tengo. Sí, es cierto, hay que sacrificar cosas. Muchas.

Estilos de vida, tal vez a la familia, quien sabe, hasta formar una familia. Dedicarse a esto ha tenido sus penas también, sus disgustos, sus frustraciones. Malos ratos, arrepentimientos, comportamientos no adecuados –sobre todo dentro de la cancha-. Pero siempre vale la pena disculparse, y volver a ser feliz.

Nada es tan grave, nada es imborrable, nada es permanente. Eso lo aprendí de mi equipo. Nunca te dan la espalda.

Miro hacia atrás hoy, porque hace una semana atrás ganamos nuestro tercer campeonato nacional consecutivo. El tercero. Antes había tenido victorias de este tipo, pero ganar tres veces seguidas, con este mismo equipo, me pone nostálgica y feliz.

Admito que desde que juego a este deporte, creo que esta vez es cuando más cómoda me he sentido con mis compañeras. Son menores, y eso me obliga a darle un toque diferente a mi protagonismo, que aún es importante.

De a poco voy pensando que esto debe ir apagándose de a poco, tal vez no este año, pero dentro de los próximos, seguro. Extraño a personas claves que hoy no pudieron celebrar conmigo este triunfo.

La Sylvia, que optó por su familia, dejando una de sus mayores pasiones. La Sophia, que dejó su calidad perdida y abandonó la cancha hace rato. La Maca, que tuvo que cambiar de camiseta –por fuerza mayor- pero su corazón sigue con nosotras. Totalmente.

La Xime, gritándome desde afuera con todas sus fuerzas por un triunfo más. La June, que optó por el amor. La Pole, que se aburrió de mostrarnos su delicadeza para jugar.

Y así una lista de personas que han sido parte importante de mi vida y de esta rama de mi vida, prácticamente transformándose en el tronco de ella. Estoy feliz por este tercer campeonato.

Feliz porque la Capi, la Candao, la Andre, la Muna no me abandonan y cierran conmigo el eslabón de experiencia y calidad dentro y fuera de la cancha. Feliz porque Martín le da el toque místico a este grupo, y porque Alan le pone todo el corazón y la unión.

A las menores les queda mucho, y adoro a cada una de ellas, de diferente forma, pero por igual, con sus premios y sin ellos.

Son mi equipo, ganamos una vez mas la medalla dorada del 2003. Cada vez que esto pasa, no puedo abstraerme ni dejar de escribir sobre ello.

En las fotos de este año, me regalaron una visual desde atrás, de mi equipo. Mi Nº 10 se ve más grande y más bonito que nunca y siento que aún lo tengo merecido.

Felicidades campeonas.

Amanda Kiran
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