Paseando con los viajes de fin de semana largo, uno siempre se encuentra con gente. Generalmente gente como uno, personalidades parecidas, siempre en la aventura, buscando paisajes tranquilos y azules, para distraerse un poco del criticado pero amado Santiago.
Estos fines de semana son como unas vacaciones inmensas reducidas en 3 días. Uno hace de todo, mucho más de lo que haría en un mes, hay que aprovechar, hay que tener hartas cosas que contar.
Nadé, me bañé en el mar, hice un castillo, tomé sol...Todo depende del estilo de la persona lo que se llega a contar el lunes en la
pega, como composición escrita a vuelta de vacaciones en el colegio. Faltan sólo los dibujos coloreados, pero la intensidad con que uno cuenta las aventuras vividas son las mismas.
Al final de mi fin de semana me topé con la Dani. Nos topamos en una picá, de vuelta de la playa.
¡Cómo olvidar a la Dani! La conocí hace 12 años. Tal vez más. Y era una ídola para mí. La encontraba flaca, pero formadita, linda, crespa, morena, con una personalidad única, alegre, pero más que alegre, diferente.
Así la veía yo. Realmente la quería mucho.
En ese entonces, pololeaba con un primo muy cercano mío. Por eso nos topábamos a cada rato y en todas partes. Lo pasábamos bien juntas.
Todavía me acuerdo que se presentó a Miss 17 en el año de la "Pata" Larraín, y yo no podía creer que tremenda mujer hubiese sido vencida por una rucia desteñida y fome del Villa María.
Así fue, entonces, todo lo que se me pasó por la cabeza cuando la vi. Fue inmediato, y tuve ganas de saludarla, sin dudar.
A veces cuando pasa tanto tiempo, uno quiere hacerse el leso, pero imaginé que ella tendría ganas de saber tanto de mí como yo de ella. Así que me acerqué.
Hola, dije sonriente. Ahí empezó mi problema.
- Hola -me dijo amable-, te presento a René (hombre que la acompañaba).
- Mi amor ella es... ¿cómo te llamabas?
Ufff!…es segunda vez que me pasa esto, pero no pensé que me pasaría con ella. No importa, seguí estoica, un poco más triste y le dije "soy Amanda, la prima de...".
- ¡Ah si, Amanda! Ya me acuerdo de ti...
Y siguió la extraña conversación que mantuvimos como 10 minutos, hasta que por suerte llegó el sándwich que ella había pedido. Fue el destino quien nos ayudó a dejar de conversar leseras sin oírnos. Ahí pudimos separarnos y continuar nuestra vida presente, bastante desgastada y separada por los años.
Lo que rescaté es que la gente de mi generación está toda, o casi, marcando ocupado. Con historias de Australia, Buzios, Barbados, París y más.
Que ando buceando, leyendo, escribiendo... Que voy de viaje a Europa, a Marruecos, a la India a hacer unos guiones... Que ando sacando fotos por toda Sudamérica con mi "pareja"... Que estoy súper feliz, súper enamorado, pero convivo y no me comprometo a nada ni con nada, ni siquiera conmigo porque no me ducho. Y soy rasta (como el cabello sucio y desordenado de la Dani actual).
¿Dónde me quedé yo? ¿Seré el eslabón perdido de mi generación? Trabajo, hago deporte, visito encantada a mis familiares, voy a asados y a veces, cuando puedo, voy a mi pasión favorita, el cine.
Saco fotos, leo un poco, camino por las tardes, pero no he cambiado, y espero no dejar de lavarme el pelo, ni olvidar el nombre de las personas que -aunque dejé de ver- fueron alguna vez importantes en mi vida.
En todo caso, este mundo es grande. Todos cabemos en él, por suerte. El cariño que sentí una vez por la Dani lo sigo sintiendo, más fuerte porque los caminos se pueden volver a unir, y ahí espero que recuerde mi nombre.
Tal vez fue mi culpa no dejar una huella más intensa.
Amanda Kiran