Desde que soy una pequeña niña tengo asociada la palabra suegra con una señora gorda, bigotuda, molestosa e insoportable.
La suegra de Condorito era el sinónimo perfecto de lo que sería en el futuro una suegra. Era algo lejano, pero que tarde o temprano llegaría a nuestras vidas. Nada de deporte. Nada de agilidad. Nada de ayuda. Puras molestias. Malos ratos. Una palabra que pesaría siempre y mucho. SUEGRA.
Mi padre peleaba a veces con la de él. A ratos peleaban bastante. Pero se querían mucho. Ahora reconoce que la extraña. Todos la echamos de menos.
De adulta he ido cambiando esta visión que tenía. No sé si tuve suerte o la doña Tremebunda es un mito.
Pero la que me tocó a mí, mi doña Treme, no sólo es una ayuda, una amiga, una confidente y una linda persona. Además es una abuela, una madre y una persona tremenda en todo sentido.
Es doctora cuando tiene que serlo; baby sitter cuando se necesita; consejera cuando uno está confundido y pides a alguien que te escuche; por encima de todo esto es tremendamente generosa.
Comparte, en silencio, todo lo suyo. Tanto que es capaz de compartir su techo sin costo alguno y sin alegar. Aunque eso signifique –en ocasiones- que se doblen las cuentas y los gastos.
Con la mejor cara cubre nuestras obligaciones, para que podamos hacer deporte. Con la mejor cara nos apoya en todo lo que queramos, para que no dejemos de hacer y ser lo que somos. Con la mejor cara nos tiene día a día en su espacio, para que podamos ir creciendo en nuestro propio espacio y tiempo a futuro. Futuro cercano.
Y justo ahora llega el tiempo de dejar de compartir tanto. Ya nos van a entregar nuestro esperado techo propio (que sin su ayuda no habría sido posible) y vamos a tener que alejarnos.
Y muy diferente a doña Tremebunda, yo me siento triste de tener que separarme de esta vida que llevamos con ella. Extraño, pero me apena dejar de compartir el baño, las mañanas, las conversaciones, la televisión, los regaloneos, las ayudas, la amistad, la cocina, el espacio en conjunto.
Tres son multitud pasó a ser una nueva mentira televisiva. Y lo que sí creo, es que tal vez ella va a estar más tranquila. Va poder volver a su vida normal. La vamos a dejar respirar. Pero la vamos a extrañar.
Esta columna es para compartir que aunque tu suegra no haga deportes, no piense en todo como tú o no tenga los mismos y exactos pensamientos (por suerte), está lejos de parecerse a la suegra de Condorito.
Para mí, la vida no sería igual sin ella. Para muchos no sería igual. Su humor. Su labia. Sus palabras. Su dicción natural y espontánea. Su mano en la cocina. Su cariño especial. Su tino.
Todo la hace perfecta en la imperfección de los seres humanos. Todo lo que ella es me hace quererla y respetarla cada día más. Todo me hace pensar en el pobre Condorito y en lo afortunada que soy. Todo me lleva a pensar que por culpa de doña Treme, hay mujeres que desaprovechan a su suegra.
Y si uno mira bien es muy fácil sacarle el mejor provecho a esta relación. En otras palabras. Digamos adiós a la imagen de doña Tremebunda. ¡Bienvenida a mi suegra!
Amanda Kiran