MELBOURNE.- Una mezcla de euforia y asombro flotó sobre Australia cuando la población se terminó de convencer de que su equipo llegó por primera vez en su historia a los octavos de final de una Copa del Mundo.
Miles de personas pusieron las alarmas de sus relojes temprano o sólo extendieron la noche consumiendo alcohol para reunirse en la Plaza de la Federación en Melbourne, para ver a su selección obtener el empate que necesitaban contra Croacia en el encuentro que comenzó a las 05.00 hora local.
La diferencia de horario del evento con Alemania provocó una mezcla surrealista en la madrugada del viernes, durante la hora pico del tránsito matutino en las calles de Melbourne.
Los oficinistas con sus sobrias vestimentas festejaron al lado de los embriagados hinchas envueltos en los colores verde y dorado para unirse en un país más acostumbrado al éxito con una pelota ovalada.
En contra de los deseos de las autoridades, se dispararon bengalas en cada uno de los dos goles y el inevitable "!Aussie, Aussie, Aussie, Oi Oi Oi!" tronó en el aire de la mañana.
Cuando Australia aguantó en los últimos minutos después de que el gol agónico de Harry Kewell empató el partido 2-2, la tensión era palpable y el pitazo final trajo una respuesta de felicidad extática.
"Sabíamos que lo podíamos lograr, ahora llegaremos hasta la final", dijo Andrea Thornhill de 16 años, con dos pequeñas banderas australianas pintadas a cada lado de su cara.
Otros hinchas le rindieron tributo a Kewell, uno de los futbolistas más famosos de Australia, quien se desempeña en el club Liverpool de la Primera Liga inglesa.
"Increíble, Harry Kewell es una leyenda. Los australianos ganarán el torneo" dijo Hugh Bowen mientras celebraba en el centro de Sidney.
Ánimos divididos
Los ánimos estuvieron más caídos en el desayuno de la Asociación Australiana Croata en donde el verde y dorado se mezclaba libremente con el cuadriculado blanco y rojo de los tristes europeos.
"Respaldé a Croacia toda mi vida, y en el mundial porque Australia nunca clasificaba", comentó Peter Proksa, quien tenía dos años la última vez que ese país llegó a la Copa del Mundo en 1974.
"Estoy contento por los ’socceroos’, porque nací aquí y también amo a Australia, pero al mismo tiempo estoy triste porque Croacia quedó eliminada".
Aunque la lealtad estuvo dividida en la ciudad, hubo un tema en donde hubo acuerdo: La actuación del árbitro inglés Graham Poll.
Poll fue criticado por sus gruesas fallas, que incluyeron no echar a Josip Simunic después de su segunda tarjeta amarilla y dejar pasar dos evidentes penales a favor de los australianos.
"¿Tres tarjetas amarillas a un jugador? ¿Qué es eso?" lanzó un divertido Andrew Clark de 24 años, un empleado bancario de la ciudad.
El primer ministro John Howard no dejó pasar la oportunidad de unirse a la ola de euforia que pasa por la nación describiendo el logro como similar al famoso triunfo náutico de Australia de 1983 en la Copa América.
"Es un gran momento en el deporte, tan grande que cientos de miles de chicos e incluso ahora chicas, empezaron a jugar al fútbol. Pero de alguna manera u otra no podíamos entrar en la escena internacional", aseguró a la red Nine Network.
Australia enfrentará a Italia el lunes por los octavos de final en Kaiserslautern.