BERLÍN.- La selección alemana se fue transformando, fue creciendo a medida que avanzaba en el Mundial de fútbol. Cuando empezó el torneo, veía como una pesadilla la posibilidad de tener que enfrentarse a Argentina en cuartos de final. Pero ahora las cosas son muy diferentes.
Hoy, cuando ese duelo es una realidad que se vivirá el viernes en el estadio Olímpico de Berlín ante 75.000 espectadores, la selección de Juergen Klinsmann declara que está "dichosa" y "contenta". Incluso, se presenta desafiante, tal como lo sentenció Klinsmann: "Que vengan los argentinos, estamos preparados".
Con cuatro triunfos en cuatro partidos, 10 goles a favor y solo dos en contra, pero sobre todo por la alta calidad de juego y el intenso ritmo que ofrece el equipo, el orgullo y la fe en si mismo se disparó en el plantel alemán. Empezaron temerosos de cómo les iba a ir, ahora ya no temen a nadie.
Lukas Podolski, aquejado hasta la semana pasada por profundas cavilaciones sobre su quehacer goleador ante la falta justamente de goles, hoy, después de los dos que le convirtió a Suecia, se presentó completamente cambiado: "Prefiero a Argentina, me gusta. Les podemos jugar de igual a igual. Mejor ellos que esos equipos mediocres que llegan asustados y se repliegan en el fondo del arco".
El jugador del Bayern Múnich reconoce que Argentina "deslumbra tanto por sus individualidades como por el trabajo en equipo", pero afirma que "no son mejores" que lo que ofrece en la actualidad Alemania.
Para Podolski, que lleva convertidos tres tantos en el torneo, el duelo contra Argentina será una novedad: "En los dos últimos encuentros (en la Copa Confederaciones 2005 y un amistoso en febrero de ese año, ambos terminaron 2-2) no estuve. Por eso, aún no se bien cómo me voy a mover en la cancha. Es algo que me explique el técnico, vamos a ver".
Michael Ballack, que también se perdió esos dos últimos encuentros contra Argentina, es otro de los que se siente muy fuertes y seguros: "Si mantenemos este nivel, no hay por qué asustarse de nadie, a pesar de que es un rival que juega extraordinario".
El portero Jens Lehmann admite por lo menos que será "probablemente el mayor desafío deportivo del Mundial, esto será un nivel totalmente distinto". Sin embargo, esta precaución no le impide en pensar ya en la final. "Llegar a la final ya sería un sueño, pero jugarla contra Inglaterra, sería lo máximo", dijo el guardavallas del Arsenal de Londres.
Philipp Lahm, una de las revelaciones de la máquina alemana, deja entrever ciertas dudas cuando afirma que "lo de Argentina será otro baile. Tenemos el sueño de ser campeones mundiales, y sería una lástima que ese sueño se deshiciera en los cuartos de final".
A lo que Klinsmann le retruca, afirmando que es algo que no se puede imaginar: "Esto no termina acá, de partido a partido el hambre de ganar sigue aumentando".
Sabe que se atreve a mucho. Alemania no le gana a Argentina desde aquella final del Mundial de Italia 90, en la que él mismo, Klinsmann, estuvo como delantero del equipo dirigido por Franz Beckenbauer. Como jugador, "Klinsi" estuvo en cuatro partidos, con balance parejo, dos triunfos por dos derrotas.
Y quedan otros dos más, sendos empates, son los que estuvo ya como entrenador, los dos encuentros del año pasado. "Ahí estuvimos a punto de ganarles, y ahora, nuestro equipo ha madurado", advierte y pronostica: "Somos nosotros los que llegaremos a las semifinales... y también a la final".