BERLIN.- España y Argentina regalaron los momentos más bonitos de fútbol en el Mundial 2006 en que la efectividad y el orden táctico primaron sobre la belleza, como lo graficó la presencia de Italia y Francia en la final de Berlín.
La Copa del Mundo confirmó que el estilo físico de los equipos europeos se impuso a la estética y habilidad de juego sudamericano, al que España con su nueva generación se volcó sin éxito.
Los españoles, junto con Brasil y Argentina, construyeron sus equipos pensando en el arco de enfrente, en contraposición a sus rivales que los dejaron fuera de la competición: Francia (3-1) en octavos, Francia (1-0) en cuartos y Alemania (1-1, 4-2 por penales) en cuartos, respectivamente.
A Argentina le faltó convicción para arriesgar en los momentos decisivos y Brasil fue víctima del rigor francés y la magia de Zidane.
África llegó al torneo con cuatro debutantes de sus cinco representantes y la sorpresa fue Ghana, un histórico de los Mundiales juveniles que con la generación subcampeona en Argentina 2001 llegó a octavos, sorteando una zona dificilísima (Italia, Estados Unidos y República Checa) con rivales de estilos bien diferentes.
Si bien los resultados del continente parecen magros, Costa de Marfil dejó una buena imagen (cayó con Argentina y Holanda 2-1 y derrotó a Serbia y Montenegro), en el "Grupo de la Muerte". Y Angola salvó el honor, con un par de juegos alentadores que dejan esperanza de cara a Sudáfrica 2010, en su tierra.
De los ocho debutantes, Ucrania es el que mejor resultado obtuvo porque fue el que mejor se adaptó al sistema de juego que triunfó en el Mundial, parado de atrás para adelante, sin fantasía, y esperando algún chispazo de su estrella Andrei Shevchenko, pero resultó eliminado por una formación con planteo símil pero mucho más oficio (Italia, 3-0 en cuartos).
El aspecto colectivo, la unidad y el combate, como reza el lema francés "Moriremos todos juntos" fue el leitmotiv de un torneo en que no apareció ningún salvador, salvo un poco de Zinedine Zidane, para rescatar al equipo de una laguna, como pudo ser el argentino Diego Maradona en 1986.
El aspecto táctico fue la fórmula que sí ayudó a una selección como Australia, con un experto táctico como el holandés Guus Hiddink, quien se las arregló para meter a los aussies en octavos con un once de trabajadores.
Asia fue un fracaso rotundo. Entre cuatro representantes (Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí e Irán) ganaron un solo partido, cuando los surcoreanos, semifinalistas en 2002, se aprovecharon del conflictivo Togo (2-1), y volvieron a casa sin haber dejado nada, ni siquiera la esperanza de un futuro mejor.
Como lo indica la historia, en el Viejo Continente mandan los europeos, que coparon los cuatro puestos de semifinales: Italia, Francia, Alemania y Portugal.
Inglaterra se quedó en el camino porque la forma híbrida que estableció Sven-Goran Eriksson tuvo medias tintas, sobre todo por el fracaso de su póker de ases (Cole-Lampard-Gerrard-Beckam) ante Portugal, que con su viejo zorro Luiz Felipe Scolari consiguió imprimir mentalidad ganadora a un plantel que siempre se diluía.
Alemania y Holanda mostraron equipos renovados, que se beneficiaron del empuje de sus hinchas en el primer caso, pero los holandeses del técnico Marco Van Basten sobre todo pensaban en la Eurocopa 2008, donde sí viajarán como candidatos y con una joya más pulida como Arjen Robben, un puntero a cuidar.
En ese torneo también puede poner sus esperanzas España, que en Alemania 2006 jugó como nunca pero perdió como siempre, pero una constelación de jóvenes con más rodaje puede repetir y mejorar los 25 partidos invictos que tuvo, sobre todo con la magia que son capaces de regalar Xavi, Iniesta, Fábregas y compañía, como lo hicieron ante Ucrania (4-0).
"Desde el inicio del torneo vemos que todos los equipos que juegan al fútbol caen eliminados: Argentina, España, Brasil... En competiciones como esta, la organización defensiva es primordial", analizó el francés Willy Sagnol, casi contando la síntesis perfecta de los que fue Alemania 2006.