El éxito de "Alta tensión" del director francés Alexandre Aja ha sido de público y también de premios en varios certámenes, sobre todo en el tradicional Festival de Sitges, dedicado al horror y al fantástico desde hace casi 40 años. Los elogios y distinciones para "Alta tensión", en todo caso, son porque la película es idénticamente igual al actual cine de horror estadounidense, donde el grueso del público es adolescente, luego viene la plataforma de adultos adictos al género y finalmente la legión de cinéfilos y especialistas.
"Alta tensión", entonces, no está en la huella del horror francés y aquí no hay atmósferas de ensueño a lo Georges Franju ni los mecanismos de "Las diabólicas" (1955) de Henri-Georges Clouzot; se trata, por el contrario, de un director cuyo molde está al otro lado del océano, en Estados Unidos, y las imágenes y semejanzas se fundan en el cine de los años 70.
En la terrorífica peripecia de Marie (Cécile de France) en la casa de Alex (Maiwenn Le Besco) y su familia, que son atacadas sin razón por un asesino serial, cruel y sádico, existe una enorme fascinación por un género del que Alexander Aja, sin duda, es fiel seguidor, devoto feligrés y buen aprendiz.
Son dos estudiantes de leyes que llegan a una granja familiar con el fin de preparar un examen y en la campiña francesa, en medio de esa quietud y suaves colinas, se van a encontrar con la misma pesadilla con que se han topado colegiales norteamericanos que van de campamento, familias que atraviesan el país en auto o parejas despistadas que llegan a pueblos abandonados.
Alexandre Aja contamina su película con la imaginería de "Halloween" (1978) de John Carpenter; con "La matanza de Texas" (1974) de Tobe Hooper, que en su momento fue prohibida en Chile y en otros países; y con "La colina de los ojos malditos" (1977) de Wes Craven, que con el título de "La pandilla abominable" también fue censurada en Chile para el cine, aunque posteriormente ingresó en video.
Entre esas películas de Carpenter, Hooper y Craven, está la partida de nacimiento del actual cine de horror, sanguinario y poblado de efectos especiales, de violencia inaudita y con plena conciencia del morbo.
Alexander Aja es un alumno dedicado y no en vano dirigió "El despertar del diablo" (2006), un remake de la película de Craven, gracias al oficio que demostró en "Alta tensión", donde los mejores momentos transcurren casi sin diálogos y en pleno silencio, mientras Marie se esconde, suda y escapa como puede de la navaja o el hacha de un asesino mecánico e imperturbable, pero siempre lujurioso.
"Alta tensión", eso sí, tuerce bruscamente la historia a falta de un cuarto de hora, y el desvío persigue la sorpresa y lograr un golpe de efecto formidable que transforme el sentido de la película.
Alexander Aja lo consigue, de eso no hay duda, porque la película se da una vuelta en aire y adquiere un segundo sentido.
Era mucho mejor el primero.