Nick Taylor (Aaron Eckhart) tiene el don de la palabra, es rápido de ideas, posee una capacidad innata de persuasión y con esos méritos es el vocero de la Academia de Estudios del Tabaco y su trabajo consiste en proteger a la industria a cualquier precio y a como dé lugar.
En la prensa y frente a la opinión pública, Taylor detiene las críticas, manipula la información, seduce a las audiencias y es un lobbista incansable con el rito de reunirse con sus iguales en un restaurante: Polly (María Bello), que representa la industria del alcohol, y Bobby (David Koechner), portavoz de los fabricantes de armas.
Este trío de ejecutivos indeseables y políticamente incorrectos debe estar entre lo más delirante de "Gracias por fumar", porque el grupo señala el tono de la película: una sátira divertida y cínica, sin aires complacientes ni compromisos con los discursos y moralejas.
Esto último es lo que más se agradece en la película de Jason Reitman, un estado de desparpajo y de desconfianza general con las personas e instituciones, con todos: fumadores y no fumadores o bien abstemios y borrachos. Es un mundo sin inocentes destacados y también sin grandes culpables, porque los personajes luchan en una sociedad competitiva, dura y exigente. En consecuencia, acuden a sus mejores recursos: manejan los escrúpulos propios y ajenos con gran eficiencia, asumen los intereses creados y no se llaman a engaño, porque frente a un maletín lleno de dinero no hay principio que no se pueda reinventar.
"Gracias por fumar" relata el ascenso de Nick Taylor como hombre de confianza del Capitán Boykin (Robert Duvall), un zar del tabaco que anhela los viejos y buenos tiempos, cuando fumar era un placer, un negocio en auge y una actividad políticamente correcta.
Taylor viaja a Hollywood para contratar a un agente cinematográfico que gestione un par de estrellas, un guión y una película donde se fume con ganas. Y además llega hasta el rancho de Lorne Lutch (Sam Elliot), antes Marlboro Man y ahora un enfermo de cáncer, que parece dispuesto a encabezar una campaña antitabaco, a menos que lo hagan cambiar de opinión.
A lo largo del itinerario, Taylor conocerá las artes de la prensa por medio de Heather Holloway (Katie Holmes), una periodista decidida a entrevistarlo y conocerlo a fondo; las artes de la política, gracia al senador Ortolan Finistirre (William H. Macy), que aboga por incorporar en las cajetillas la imagen de un cráneo y un par de huesos y también, quizás lo más importante, las artes de la amistad, encarnadas por Polly y Bobby, el grupo del restaurante, autodenominado Mercaderes de la Muerte, gente dispuesta a perdonar los errores, traiciones y debilidades de Nick Taylor, finalmente un buen hombre y un buen padre.
"Gracias por fumar" es divertida, ácida y carece de amargura, porque la película no ha perdido la confianza en el ser humano. La razón es simple: no se pierde lo que no se tiene.