El Mercurio
Quizás lo más atractivo de esta película es la locación: la ciudad de Chicago. Más todavía porque el protagonista Gary (Vince Vaughn) es un guía turístico que sobre un bus descubierto y sobre una lancha, recorre la llamada ciudad del viento, que recostada sobre el lago Michigan exhibe sus edificios, calles y recovecos.
El cine norteamericano es la mayor tarjeta postal del país y son decenas las películas que se inician con vistas generales de Boston, Seattle, Los Angeles, no digamos Nueva York y también Chicago. Este es un valor añadido de la industria del cine y "Viviendo con mi ex" del director Peyton Reed, está en la línea del turismo y el mapa callejero. La película también está en la línea de lo que hace Peyton Reed, que antes dirigió "Abajo el amor" (2003), una comedia romántica que recreó las películas de los años 60 con Doris Day y Rock Hudson o James Garner y esos toques de humor, distinción y delirio.
En los primeros minutos de "Viviendo con mi ex", la pareja protagonista de Gary y Brooke (Jennifer Aniston), se conocen en un estadio de béisbol, salen juntos, se enamoran y casan. Él trabaja de guía, ya está dicho, ella es vendedora en una galería arte, y lo que mejor tienen entre ambos es el departamento donde viven: edificio señorial, piezas amplias y espaciosas, muy iluminado, cálido, piso alto y gran vista a Chicago.
Las ciudades se pueden filmar eternamente, pero con las personas - aunque sean estrellas del cine- es distinto. La pelirroja Ann-Margret fue durante un par de décadas símbolo de carnalidad con algo de perversión y en "Viviendo con mi ex" su participación es mínima y sólo aparece en la secuencia de una cena donde interpreta a la madre de Brooke. Mejor no mirar.
En este sentido, una actriz que no llega a los 40 como Jennifer Aniston, ya tiene en sus manos, más bien en los nudillos rojos y huesudos y en la huella de las venas, la advertencia: perdió la juventud y está en tiempo extra. Todo esto en relación al cine, pero no con la vida real, que al menos en esto no es tan cruel.
Gary y Brooke deciden separarse por incompatibilidad de caracteres, pero ninguno quiere dejar el departamento que, como es grande, permite que cada uno tenga su pieza y cierta independencia. Gary se concentra en los recorridos por la ciudad, los video games y las fiestas con sus amigotes. Brooke, que aún cree en el reencuentro, intenta ponerlo celoso y despertar su líbido y aquí está la mejor ocurrencia de la película, que es algo vulgar y muy de farándula, pero se trata de una depilación púbica con cera, que no deja pasto ni briznas, es de un tirón, desde luego total, se llama el Telly Savalas. Ay.
La historia, entonces, avanza por un territorio donde compararla con "La guerra de los Roses" (1989) sería un despropósito, y afirmar que es una comedia romántica, tampoco es totalmente justo con un género que tiene como requisito el encanto de los personajes, pero en "Viviendo con mi ex" lo único encantador es Chicago.