Boris Quercia tiene una vocación todo terreno como director, actor, guionista y productor de "Sexo con amor" (2003) y ahora de "El rey de los huevones", donde además coloca sobre sus hombros el marketing, la publicidad y lo que haga falta para promocionar una película con el ADN del cine popular y sin una gota de sangre azul.
"El rey de los huevones" llega después de un éxito inigualable y frente a una comparación inevitable, tuerce el rumbo, destila los temas de su primera película, abandona la fórmula de la comedia coral y replica con una comedia más bien dramática, donde su Anselmo concentra el protagonismo y es personaje, mimo, eje, título y corazón de la película.
Es un personaje prefigurado en el Emilio de "Sexo con amor": ese carnicero frustrado en lo sexual, campeón de la masturbación y siempre culposo, al que una vez se le dieron las cosas con una chilena-francesa sobre una lavadora. El taxista Anselmo es un Emilio recargado de inocencia, que pierde en el trabajo porque sus colegas le dejan migajas; y Sandra (Tamara Acosta), la mujer que quiere, está en brazos de su amigo Mario (Rhandy Piñango), y de sus frustraciones será rescatado por una colosal peruana llamada Eva (Angie Jibaja) y también por Adrián (Diego Hurtado), el pequeño hijo de Eva.
Adrián es testigo de las correrías de su madre, bailarina y ladrona, y de los deseos que despierta en Anselmo. Una mirada que viene de "Sexo con amor", donde los hijos presenciaban la peripecia de los mayores. Esos testigos silenciosos y secundarios, ahora adquieren el rango de un personaje único con Adrián.
La peripecia de los mayores es la misma en ambas películas: la volatilidad de las relaciones amorosas por líquidas, cambiantes y dudosas, donde la fidelidad es un asunto de oportunidades y el mundo es de engaños. Lo que antes estaba esparcido en varias historias y personajes, ahora está concentrado en el trío de Anselmo con Eva, que no engaña a nadie porque es su profesión, y con Sandra, que engaña por una buena razón: amor.
"El rey de los huevones" es una película lograda, aunque no brillante, que logra lo esencial: escapa del abrazo de "Sexo con amor", gracias a que Boris Quercia demuestra que es un autor que tiene cosas por decir y que lo hará lentamente y quizás tímidamente.
La película, sin embargo, tiene dos secuencias discutibles. La de Daniel Vilches y Ernesto Belloni, que subrayan algo innecesario: que será más divertida, con lo que alumbran una carencia. La otra secuencia es la de los patitos dentro de un banco, inevitable por exigencias de la producción, pero son las cosas que un productor elegante jamás le debería pedir a un director.
Boris Quercia, director, actor, productor y guionista, hace lo que tiene que hacer, es un profesional y la película revela que su visión de mundo no se consume en una película: cariño por los niños y mujeres, respeto por la maternidad y desprecio por los hombres.