No nos confundieron, ni una, ni dos, ni tres veces.
A todas las que jugamos la disciplina más "parecida" al hockey patín, nos felicitaron por el triunfo unas diez veces. Eso habla de dos cosas… La poca cultura deportiva que tenemos, de confundir césped con patines, y de la fe y esperanza que tenemos como país y disciplina, como para salir campeonas del MUNDO.
Ninguna de las personas que nos felicitó sabía que se jugaba el Mundial de hockey césped al mismo tiempo que el del patín, con los 16 mejores países del mundo, en España, y nosotros no estábamos clasificadas para ello.
Tal vez por eso se confundió el presidente de la Cámara de Diputados al hablar de España, Europa...
Sinceramente, como deportista que soy, hay que ser muy bueno en una disciplina como para salir campeón del mundo. Verdaderamente bueno. Estas niñas demostraron ser las mejores. Eso requiere garra, compromiso, calidad y entrega. Cualidades que, me imagino, todos los que componen este triunfo deben tener.
Nosotros, una y mil veces, podemos haber tenido todo eso, como muchos otros deportes, pero siempre faltó ese "algo" que estas niñas lograron mantener. Rompieron la barrera que Chile no puede, y lo lograron. Sin mucho apoyo, con mucho esfuerzo y con gente que creyó en ellas.
En este Mundial en patines los países que lograron los primeros ocho lugares fueron: Chile, España, Argentina, Portugal, Francia, Alemania, Estados Unidos y Colombia.
En el de césped, que tuvo su final el mismo día, pero en Europa, los ocho mejores fueron: Holanda, Australia, Argentina, España, Japón, Estados Unidos, Inglaterra y Alemania.
Todos son países grandes que en ocasiones se repiten en ambas disciplinas, con trayectoria deportiva, con personalidad, con estrellas en su bandera.
Chile aparece en uno de ellos, y en primer lugar. Eso es grande. Es precioso. A los que se enredaron con nuestro triunfo, les agradezco la confusión, por hacerme sentir reina del mundo, aunque fuera por escasos segundos. Imaginarme levantando una copa fue bello.
A los que me preguntaron ¿y dónde guardas los patines cada vez que juegas?, les aclaro que no tengo patines, de ningún tipo; ni los guardo porque lo único que ocupo son zapatillas.
Los que me llamaron para compartir los once millones con un asado, les confieso que me vendrían bien, igual que a cualquier mortal, pero que no tengo de regalo esa hermosa suma, bien ganada por las campeonas. Aunque el asado se puede llevar a cabo igual, tipo malón.
Y para las patinadoras, mis felicitaciones y más sinceros respetos. Acompañados con un poco de envidia sana. Porque claro que luché y también entrené por años, mucho, en busca de una meta no tan ambiciosa como la Copa del Mundo, pero sí tras alguna medalla -de cualquier metal- en las competencias a las cuales asistí.
Pese a que estuvimos muy cerca, no lo pudimos (pude) lograr. Ahora, después de este triunfo, vuelve a entrar el alma al cuerpo. Uno vuelve a creer que sí se puede. Ahora pongo mis esperanzas en mis compañeras. En el futuro. En los Odesur. Odesur que espero. Odesur que regresarán llenos de sorpresas agradables y emocionantes.
Y con la ansiada clasificación. En esa estamos ahora. Y todo gracias a una sencilla confusión.