La granja

No está sobre la media de cintas para niños. Es cierto. Pero "La granja", de Steve Oedekerk (el director detrás de "Ace Ventura" y "Todo poderoso", ambas bufonadas con Jim Carrey), tiene el gesto de la rebeldía y de la incorrección.

La historia sigue la relación de padre e hijo de dos vacunos (sí, las vacas acá son machos, hablan y andan en dos patas): Ben, un padre responsable y que protege a los animales de la granja de la amenaza de los coyotes, y Otis, su hijo adolescente, más preocupado de la farra que del liderazgo que hereda tras una tragedia.

Con una banda sonora nutrida con famosos como Aerosmith y Peter Gabriel, la historia contiene bromas y cierta novedad al imponer temas como la adopción (Otis es adoptado) y mostrar familias poco tradicionales (Otis se enamora de una vaca embarazada de otro toro).

Son pincelazos que, sin embargo, no alcanzan a despeinar todo el cuadro. "La granja" pudo haber sido una mejor locura y un personaje simboliza todo: un extraño animal inclasificable, peludo, y pequeño que baila como El Demonio de Tasmania y aviva las cosas cuando aparece. Pero, como pasa con la película misma, esta vivaz demencia se autocontiene y esconde en una caja. Ni la película ni el monito en cuestión salen de ahí en un buen rato.