EMOLTV

Casino Royale

13 de Diciembre de 2006 | 09:27 | El Mercurio Online
imagen
EFE

Ángel y bestia


Daniel Craig, el nuevo James Bond, consiguió lo esencial en el capítulo 21 de la serie, según la cuenta de las películas oficiales, porque su agente 007 es una máquina asesina, pero en paralelo un hombre desarmado por el amor. Este espía duro y delicado, bien vestido y por primera vez tan desnudo, es un ejemplo de macho frágil, y si su jefe M (Judi Dench) lo entiende y si su colega Vesper Lynd (Eva Green) logra tocar su corazón, es porque detrás de la máquina protegida por la ironía, soledad y misoginia, hay un hombre sensible.


El James Bond de Daniel Craig, entonces, es un superhombre con calidad humana. Es un 007 que nunca ha sido tan bestia y por eso soporta la tortura; y nunca tan ángel, como cuando consuela a una mujer frente al horror de la muerte.


"Casino Royale" es la precuela del personaje en el cine, Daniel Craig lo refunda, Bond nace de nuevo y lo más interesante está en el guión que organiza el renacer: un agente con el mérito de la intuición y valentía, pero mezclado con irresponsabilidad; no cuenta con grandes inventos y Q, el agente proveedor, todavía no aparece en su agenda; tampoco la burocracia y rutina, representada por una secretaria como miss Moneypenney; algún capricho personal, lo del martini agitado o revuelto, da lo mismo; y con la frase que es su firma - "Bond, James Bond"- culmina la partida de nacimiento.


La continuidad de la saga, entonces, está asegurada porque Craig no hizo más de lo mismo. Más bien hizo de nuevo lo más complicado y difícil: otro James Bond, primo hermano de los anteriores, pero que no se parece a ninguno.


El gran mérito de la película y sus mejores esfuerzos están depositados en el personaje y su relación con Vesper y, acaso, el par de intervenciones de M, pero el resto es una película discontinua como aventura porque avanza sobre baches, momentos neutros y son demasiados minutos en total, donde incluso algunas secuencias de acción se hacen largas y no digamos las románticas.


Le Chiffre (Mads Mikkelsen), banquero del terrorismo, se ayuda con los tics, el maquillaje y es quien le causa el mayor dolor físico al agente, pero es un personaje desprotegido que no tiene la impronta de un gran villano. Y la escasa utilidad de Mathis (Giancarlo Giannini), un veterano espía europeo, es la de un personaje descuidado. Sus mayores parlamentos son la redundancia: anunciar en voz alta, una y otra vez, que las apuestas en la mesa de póker son millonarias.


El director Michael Campbell dirigió a Pierce Brosnan en su debut como 007 en "Goldeneye" (1995) y ahora, acaso como cábala, hace lo propio con Daniel Craig. La película, pese a lo irregular y a los cabos sueltos, se convierte en una fortaleza en lo que le importa a la serie: proteger al personaje desde la cuna. A la bestia y al ángel, el nuevo James Bond.


Antonio Martínez

EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?