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Tarjeta de Navidad

22 de Diciembre de 2006 | 17:02 | Amanda Kiran
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Juan Francisco Somalo

Esto de la Navidad ha ido evolucionando notablemente con el paso de mis años.


De niña, sólo pensaba en el viejo pascuero, la –esperada- noche que verás los regalos bajo el árbol y celebrar de la mejor forma junto a la familia la "noche buena". Solo encantamiento, y felicidad.


Luego el shock de saber la verdad. Una mentira blanca, que mantienen todos en el mundo. ¿Cómo una mentira es tan bien guardada por todo el universo? Y luego debes afrontarla como lo que es. Un sueño casi imposible que mantuviste con ojos de niño.


Pero el viejo pascuero está dentro de todos nosotros, así es que mantienes el espíritu. Lo mantienes por siempre. Pero seguimos evolucionando, y vinieron los años donde salté a la fama. Preparar un show para Navidad. Actuar para un montón de gente. Sorprender con algo llamativo, bueno y bien preparado.


Recuerdo la cara de mis abuelos con nuestra súper producción navideña. Cada año diferente. Grandes y notables actuaciones. Vestuario delicadamente preparado y un guión especial para cada diciembre. Todo para esperar la llegada de las doce de la noche.


Y entonces seguimos creciendo, y ya aparecen los ideales personales. El comer con la familia de forma austera, para abrir un regalo  y lo antes que se pudiese; salir con el grupo de amigos a repartir regalos (ropa, comida y otras cosas) a las personas que viven y pasan Navidad sin hogar. Bautizada como: "La Navidad en las calles".


De esa forma recuerdo haber vivido las Navidades más gratificantes. Lejos. Indigentes, lunáticos, niños, todo tipo de  personas pobres que nos iluminaban la noche con la cara llena de alegría por vernos pasarles algo. Por supuesto, envuelto. Un chaleco, un queque, leche o lo que fuera.


Cada uno se había esmerado en buscar, recolectar y conseguir algo útil para regalar, en aquella ocasión. Todos entregábamos al menos 10 regalos por noche. Eso duró por varios años. Hasta que nos fuimos desarmando. Cambiaron los ideales, las formas y pasó a formar parte de los recuerdos y del pasado.


Amigos aún. Ya independientes todos, en mi grupo familiar buscábamos la forma de vernos. Entonces, cuidábamos fechas e intercambios de familias para poder reunirnos al menos Navidad por medio.


Vino la época de decorar. Así como nuestra madre alguna vez lo hizo. Me fijaba detalladamente en cómo decorar mejor mi casa, mi mesa, mi árbol, para que si tocaba en mi lugar todo estuviera dotado de hermosura. (Que siútica mi frase).


Entonces, miraba revistas, adornos y decoración con ojos más delicados. Fue cuando descubrí lo de las cartas para el viejo pascuero en los correos de Chile. Forma un poco más cómoda de ayudar. De acuerdo con la edad y los cambios evolutivos que vamos generando con el paso de los años.


En las cartas vas viendo miles de cosas. Algunos piden juegos asombrosos; otros, un simple árbol o una rica comida para aquella noche. Y los más increíbles piden desde un calefont hasta un colchón para los papás. Ahí es donde se rompe el corazón.


Sí siento que a veces el consumo me hace tropezar. Regalar es algo que me encanta, pero no siempre deberíamos gastar tanto en estas épocas. No es el sentido de la Navidad, y como escribí antes, las mejores Navidades fueron las más sencillas y llenas de "juegos" más que de "juguetes".


Pero llegó este diciembre. Rápido, furioso. Evolución anormal. Mi árbol lindo, casa llena de luz, compañía perfecta, regalos a esas personas, tarjetas de Navidad y todo el ambiente.


Estaba el señor de la esquina en silla de ruedas. Me costó llegar a él, desde el auto, para pasarle mi regalo. Era un disco Pare. Le tenía el pan de pascua especial para la Nochebuena. Se lo di, y desde el bolsillo lateral de su silla sacó un sobre. Dentro de éste, una tarjeta bien impresa, con color dorado en sus letras (tipo parte matrimonial) con un saludo y agradecimiento por la ayuda. Palabras navideñas con su nombre al final, después de la firma en una letra perfecta.


Un hombre de bajos recursos, educado. Evolucionado. Agradecido. Civilizado. Avanzado. Progresivo. Elegante. Un gerente de las calles. Toda una institución. Quedé impresionada. Acto totalmente inesperado, con recursos que no imaginé. Lo saludé. Y seguí carrera. Cuando había avanzado un par de cuadras pensé: ¿habrá sido muy poco el pan de pascua?


Muy feliz Navidad y lo mejor para el 2007.


akiran@mercurio.cl

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