Volver al futuro
Denzel Washington es un policía portuario de Nueva Orleans que investiga la feroz explosión de un ferry repleto de marines y sus familias: unas 500 personas que ahora llenan bolsas de cadáveres. Denzel mira, investiga la escena de lo que parece ser un crimen y descubre lo que nadie ha podido: esto es un atentado terrorista, un nuevo golpe a la golpeada Nueva Orleans tras Katrina. Su ojo de lince no pasa inadvertido para un puñado de agentes especiales del FBI. Denzel tiene talento, lo reclutan y lo llevan a una sala donde hay computadores y grandes monitores que muestran lo que pasó antes del atentado en la zona portuaria. "¿Cómo es posible que tengan estas imágenes tan nítidas de antes del atentado?", pregunta Denzel. "Son imágenes satelitales", responde un regordete Val Kilmer, uno de los oficiales al mando, y Denzel no se lo traga. Hay gato encerrado. Porque lo que hay, en verdad, son viajes en el tiempo, al pasado. Algo como "Volver al futuro", pero con el sello de Tony Scott ("Top gun"), un tipo que sabe que tiene que cortar boletos con explosiones, escenas de acción y alta tensión.
"Déjà vu" tiene todo eso y, de la mano del productor Jerry Bruckheimer ("Piratas del Caribe"), la entretención masiva se vuelve completa. Esto es cine chatarra. Claro. Pero hecho con oficio y sapiencia y con un guión que mantiene el interés sobre algo ya visto: un héroe americano que quiere salvar al mundo. Es que "Déjà vu" es efectivamente un deja vu: ya se ha visto. Pero no por eso cansa.
E.G.V.