El rosarino acabó su show cerca de las cuatro de la madrugada, pese a lo cual nunca bajó la energía.
Cristián Carvallo, El Mercurio.
VIÑA DEL MAR.- Tres de la madrugada. Ya pasaron por la Quinta Vergara "Los Tres", Álvaro Salas y sus chistes cortos y la Competencia Folklórica. Si alguien del público estaba dormido, ahora es uno de los miles que salta, canta y acompaña con aplausos los acordes de "Circo Beat".
Fito Páez, a sus 44 años, sigue tan fresco como un adolescente y moviendo a las masas sobre el escenario. Canta, toca la guitarra y los teclados. Y eso que su concierto aún no está ni a la mitad de empezar.
Si alguien se quiere aburrir, afuera tiene todo Viña del Mar para hacerlo, o se puede ir a acostar para seguir mañana un sexto capítulo de la teleserie venezolana Dueñas-Olivari, porque aquí ni una protesta contra el Transantiago podría acallar al rockstar argentino.
Su show empezó con el "Amor después del amor" y una versión más pesada de "Dar es dar". La invitación estaba hecha, siguió con "11 y 6" y enseguida Páez invitó a Álvaro Henríquez para que lo acompañara.
¿Qué más se podía pedir? Seguir rockeando. Porque no se guardó sus clásicos: "Mariposa tecnicolor" y "A rodar mi vida" hicieron bailar al monstruo.
La antorcha de plata, de oro y la gaviota fue el justo premio para su música de masas, pero que a la hora de entregarla, Fito Páez lo hace como si se lo estuviera escuchando en un café de Bueno Aires. Tom Jones, Los Tres y el músico argentino, lo mejor de este Festival. Lejos.