Luis Jara jugueteó con el público y presentó un espectáculo de calidad... cuando cantó.
Ricardo Vásquez, El Mercurio
VIÑA DEL MAR.- Se paseó por la Quinta Vergara como si estuviera en su casa, cantó desde el público, bromeó, discurseó. Hizo lo que quiso.
Pese a ser jurado y a tener asignado un show con la longitud que las reglas indican para su condición, Luis Jara aprovechó la llegada con el público que su alter ego animador le ha reportado, y conquistó a la Quinta Vergara no sólo con sus éxitos, sino además con la interacción que se permitió con la audiencia.
Así, complementó la interpretación de "Un golpe de suerte", "Mañana", "Qué no daría" y "Ámame", entre otras, con largas introducciones, invitaciones a gritar, cantar e interactuar con el vecino, momentos en los cuales más parecía el animador del certamen que un artista con 30 minutos asignados para desarrollar un número musical (¿está pensando lo mismo que yo?).
Jara hasta se puso demagogo, y anunció su segmento de cuecas y tonadas, después de recibir las dos antorchas, diciendo que "la música chilena es patrimonio de Chile y yo la canto cuando quiero" (aplausos, por supuesto). Incluso bajó hasta la platea, se plantó en el asiento de la alcaldesa Virginia Reginato y le cantó un bolero (¡!). Si eso no es candidatearse, entonces qué.
Ya cerca de la 01:00 hrs. vino su segunda salida del escenario, y aunque la audiencia pedía más y hasta una tímida gaviota para el cantante-animador, los conductores aplicaron las lecciones aprendidas y, faltando todavía una final, un humorista y una banda de rock por salir a escena, fueron a comerciales. El público se quedó algunos instantes coreando su nombre.
Y aunque el año pasado se negó, la presentación de Luis Jara parece dejar la siguiente moraleja: Sergio Lagos, déjate de peleas con Camiroaga. El verdadero enemigo está en casa.