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Mañana de abril

02 de Abril de 2007 | 15:14 | Amanda Kiran
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Claudio Bueno, El Mercurio

Como es habitual, se nos está haciendo costumbre levantarnos para estas carreras masivas. Digo "nos", porque lo estamos tomando a modo de terapia familiar. Un evento deportivo donde se puede reunir a toda la familia.

En esta, se dieron tres tipos de carreras: 10 km, de 21 km y de 42 Km. Maratón (¡uf!). Lo nuestro aún son 10k, de a poco queremos ir aumentando la cantidad, pero con calidad, y para eso falta un poco todavía.

El reloj sonó a las 6:00 de la mañana. La salida era a las ocho y media, y teníamos que estar atentos. Por mil razones. Entre otras, estacionar, reconocer el lugar, caminar hasta la partida, etc.

Esta vez no me puse nerviosa y tampoco me puse una meta muy rígida. Sólo correr y sentirme bien. Nuevamente se convocó a muchas personas. Miles. Todas entusiasmadas, contentas y ansiosas. Había adrenalina pura.

¿Qué fue lo novedoso? La familia. Me había tocado ver a hombres corriendo  con sus hijos, hombres corriendo con niños adolescentes, o con un coche en la mano; mujeres con sus pololos, mujeres con algún hijo universitario. También marido y mujer, como era mi caso. Pero no me había tocado ver un niño de un año y medio, dentro del coche, con su padre y su madre, todos listos y dispuestos a las ocho de la mañana, en mitad de esta mañana fría de abril.

¿Por cuál iban? Por los 10 kilómetros. Igual que nosotros. Era increíble verlos, estaban cómodos y expectantes. Estaban ansiosos, al igual que todos nosotros por partir.
Se dio la largada y los seguí un rato. Me quedé sola luego, porque mi acompañante buscaba los cincuenta minutos.

Me tuve que sacar los audífonos, porque quería escuchar un poco el entorno, a ellos, a la muchedumbre, la ternura que fueron provocando. La gente les gritaba. Los apoyaba el doble. Sacaban sonrisas al pasar, de los gruñones mas invencibles, y trataban de ponerle empeño en lograr alguna marca.

Se les acercaba la gente para darle ánimo. Ánimo al padre, que llevaba la puntada fija en la espalda con las manos sobre la manilla del carro con ruedas. Carro especial para trotar. A ella le preguntaban cosas, y regalaba sus respiros para contestar alegre sobre todo lo que le curioseaban. No pasaron inadvertidos y fueron insuperables. Únicos en su tipo. Únicos en su estilo.

Yo tuve que seguir y darle un poco más de viento a mi carrera. Me quedaba un cierto respiro, así que tuve que dejarlos atrás. Pero ni tan atrás. Me acerqué al final de la corrida a ellos y contaron, muy contentos, que habían logrado llegar justo en una hora. No me dijeron a mí, si no que a mucha gente que se les iba acercando. Yo había hecho 54 minutos. Y sin ningún coche.

Sebastián era el ganador de todo esto. El niño dentro del coche, que ya quería tomarse una leche y salir de la silla para caminar. Al día siguiente, vimos a Luis Jara en la mañana, la nota de CQC, a la Sole Onetto en la portada de LUN, y así muchas otras figuras, corriendo, demostrando lo que habían logrado, llenos de orgullo. Lo cual está muy bien.
Si me preguntan a mi, yo habría filmado la corrida completa de esta familia. Pero ahí está la diferencia. Yo no soy "comercial" y seguramente tampoco lo es esta familia. Pero a quien le importa aparecer. La real y sincera meta, es competir.

Amanda Kiran
akiran@mercurio.cl

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