Prueba de fe

Tiene esta película, para los espectadores chilenos exclusivamente, un inicio hipnótico, porque desde el aire se ve una ciudad junto al mar, no muy lejos una planta industrial, también un edificio colonial y la leyenda dice Concepción, Chile.

Dentro del edificio hay un centenar de pobres y enfermos, la mitad de color y todos devotos de lo que ven como milagro: el cuerpo incorrupto de un fraile que murió hace décadas y que salió a la luz cuando un terremoto trizó su tumba.

Katherine Winter (Hilary Swank), profesora norteamericana, investiga los hechos y de vuelta a su universidad, en Louisiana, explica a sus alumnos que fueron los desechos químicos de la planta los que conservaron el cadáver y no hay milagro ni nada que se le parezca. Lo ocurrido, agrega, es típico del tercer mundo, donde los pueblos pobres e ignorantes se creen cualquier cosa.

El pueblo iraní ante "300", como se sabe, ha protestado con rabia y amargura por cómo muestra la película a los antiguos persas. Los chilenos quizás no deberíamos poner el grito en el cielo, porque no es más que la introducción de "Prueba de fe", pero el sabor amargo no lo quita nadie.

El director Stephen Hopkins, a cargo de varios episodios de la serie "24" y de "Depredador 2" (1990) o "Perdidos en el espacio" (1998), no es realmente garantía de nada; y Hilary Swank, ganadora de dos Oscar por Mejor Actriz, sin un buen guión y director a su lado, no es mucho lo que puede hacer porque los milagros, al menos en el cine, no existen.

El trabajo de la profesora Winter, una mujer que perdió la fe por una tragedia familiar, es buscar razones científicas para hechos calificados de milagrosos, y como siempre las encuentra, es dura y descreída, hasta que llega al pequeño pueblo de Haven, escondido entre los húmedos pantanos de Florida. Sus habitantes están desesperados porque sospechan que las siete plagas que azotaron a Egipto se han dejado caer sobre ellos: primero el río se tiñó de sangre, luego llegaron legiones de moscas y gusanos, después mueren las vacas, llueven sapos y ranas y atacan los piojos. Para cada uno de los fenómenos la profesora tiene explicación. Algunas son sólidas, como la peste vacuna, pero otras bien débiles, como la pediculosis infantil.

"Prueba de fe" reproduce fielmente el libro de los lugares comunes del género y, de acuerdo a la guía, la protagonista es escéptica hasta que deja de serlo. Algo ocurre como a la hora y minutos, según la fórmula, con tiempo suficiente como para arreglar entuertos, olvidar motivos científicos y volver a creer. Y alguien podría sinceramente creer, por lo del libre albedrío, que "Prueba de fe" es una gran película. Eso sí que sería un milagro.