SANTIAGO.- Dejada atrás la resaca del 18 de septiembre más largo de los últimos años, mal no vendría dejar de vivir la fecha a partir de su fiesta para, además, pensarla un rato.
La historiadora y magíster en políticas públicas Paulina Peralta, acaba de lanzar el libro "Chile tiene fiesta" (Lom, $7.500), en el que se adentra en los orígenes e implicancias de la principal festividad nacional, en tiempos en que la proximidad de su bicentenario la torna cada vez más recurrente y le otorga nueva importancia.
De este modo, la obra de Peralta aclara que sólo desde 1837 se celebra el 18 de septiembre como una fiesta única, ya que antes existía una multiplicidad festiva, encarnada, además del 18, en otras dos fechas: el 12 de febrero y el 5 de abril.
Esta trilogía de conmemoraciones recordaba distintos hitos del proceso independentista y representaban la regeneración política, la independencia y su consolidación, respectivamente.
Sin embargo, las autoridades pronto comenzaron a definir una sola fiesta nacional, en parte por motivos económicos, un proceso cuyo curso fue investigado por la autora, quien también profundizó en las características de los festejos de entonces y en los esfuerzos de las autoridades para enraizar valores considerados propiamente chilenos.
La historiadora aclara que en "Chile tiene fiesta" se propone analizar el 18 de septiembre como una "nueva manifestación festiva, que se fue convirtiendo en un instrumento del poder dirigente capaz de hacer nación 'desde arriba', así como en un espacio privilegiado para que la sociedad en su conjunto experimentase la idea de ser nación".
Además de ello, Peralta repasa la noción de fiesta y su expresión en nuestro país —partiendo por la temprana ausencia de carnaval en Chile—, que vista en conjunto con la definición de nación, permite comprender qué se celebra en la fecha definida como "fiesta nacional".