A comienzos de este año la editorial Grijalbo editó un libro que contiene algunas de cartas que Ingrid Betancourt envió a su madre desde su cautiverio. Bajo el singular título "Cartas a mamá desde el infierno", la ex candidata cuenta sus sufrimientos.
Una de sus misivas señala:
"Mañana lluviosa, como mi alma, Selvas de Colombia Miércoles 24 octubre, 8:34 am
Mi mamita adorada y divina de mi alma. Todos los días me levanto dándole gracias a Dios por tenerte. Todos los días abro los ojos a las 4 am y me preparo para estar bien despierta para oír tu mensaje en la Carrilera de las 5. Ésa es mi ilusión diaria, oír tu voz, sentir tu amor, tu ternura, tu constancia y entrega en el compromiso de no dejarme sola. Todos los días le pido a Dios que te bendiga, te cuide, te proteja, y me permita algún día tener la oportunidad de consentirte en todo, darte gusto en todo, tenerte como una Reina al lado mío; porque no soporto la idea de volverme a separar de ti.
Ésta es una selva muy tupida, difícilmente entran los rayos del sol. Pero es desierta en afecto, solidaridad o ternura. Por eso tu voz es mi cordón umbilical con la vida. Sueño con abrazarte tan fuerte que quede incrustada en ti. Sueño con decirte "Mamita, nunca más en esta vida o en la otra, volverás a llorar por mí". Porque le he pedido mucho a Dios que me permita demostrarte todo lo que significas para mí, y cuidarte y no dejarte un instante sola. En mis planes de vida, si llega algún día la Libertad, quiero Mamita, que pienses en vivir con nosotros - o conmigo- . No más mensajes, no más teléfonos, no más distancias, no quiero que exista ni un metro de distancia entre tú y yo. Porque sé que todos pueden vivir sin mí, menos tú. De esa ilusión de las dos, me nutro a diario, ya veremos cómo Dios abre caminos y nos organizaremos. Pero lo primero que quería decirte es que sin ti, no hubiera aguantado hasta hoy (...).
Estoy, Mamita, cansada, cansada de sufrir. He sido, o tratado de ser fuerte. Estos casi seis años de cautiverio han demostrado que no soy tan resistente, ni tan valiente, ni tan inteligente, ni tan fuerte como yo creía. He dado muchas batallas, he tratado de escaparme en varias oportunidades, he tratado de mantener la esperanza como quien mantiene la cabeza fuera del agua. Pero, Mamita, ya me doy por vencida. Quisiera pensar que algún día saldré de aquí, pero me doy cuenta de que lo de los diputados - que tanto me ha dolido- me puede pasar en cualquier momento. Pienso que eso sería un alivio para todos.
Siento que mis niños están con sus vidas en stand-by esperando que yo salga, y tu sufrimiento diario, y el de todos, hace que la muerte me parezca casi como una dulce opción. Estar con mi papito, cuyo duelo no termino de hacer, porque todos los días desde hace cuatro años lloro su muerte. Siempre pienso qua ya al fin voy a dejar de llorar, que ya cicatrizó. Pero el dolor vuelve y se me echa encima como un perro traicionero, y vuelvo a sentir que se me despedaza el corazón. Estoy cansada de sufrir, de llevarlo por dentro todos los días, de decirme mentiras a mí misma, de que pronto esto va a terminar, y de ver que cada día es igual al infierno del anterior. Pienso en mis niños, en mis tres niños, en Sebastián, en Mela y en Loli. Tanta vida ha pasado entre nosotros, como si la tierra firme fuera desapareciendo en la distancia. Son los mismos y ya son otros, y cada segundo de mi ausencia, de no poder estar ahí para ellos, de curarles las heridas, de no poder aconsejarlos, o darles fuerza y paciencia y humildad ante los golpes de la vida, todas las oportunidades perdidas de ser su mamá, me envenenaron los momentos de infinita soledad como si me pusieran un suero de cianuro por entre las venas.
Mamita, éste es un momento muy duro para mí. Piden pruebas de supervivencia a quemarropa, y aquí estoy escribiéndote mi alma tendida sobre este papel. Estoy mal físicamente. No he vuelto a comer, el apetito se me bloqueó, el pelo se me cae en grandes cantidades, no tengo ganas de nada. Y creo que eso último es lo único que está bien. No tener ganas de nada. Porque aquí, en esta selva, la única respuesta a todo es "No". Es mejor, entonces, no querer nada para quedar libre al menos de deseos. Hace tres años que estoy pidiendo un diccionario enciclopédico para leer algo, aprender algo, mantener la curiosidad intelectual viva. Sigo esperando que al menos por compasión me faciliten uno, pero es mejor no pensar en eso. De ahí para adelante, cualquier cosa es un milagro, hasta oírte por las mañanas porque el radio que tengo es muy viejo y dañado. Trata siempre de pasar como lo haces al principio del programa, ya después el radio coge muchas interferencias y a partir de las 5:20 ya no puedo sino adivinar lo que estás diciendo. También, cuando haya información importante (como el matrimonio de Astrid) repítelo en varios mensajes. Yo no vine a enterarme de lo de Astrid y Daniel sino en la penúltima Navidad. Seguro lo habías mencionado y ese mensaje no lo oí.
Ahora quiero volver al tema de la radio. Quiero pedirte, Mamita linda, que les digas a los niños que quiero que me manden tres mensajes semanales, los lunes, los miércoles y los viernes. Que te manden dos renglones a tu correo internet y tú me los lees. Nada trascendental, sólo lo que puedan y se les ocurra escribir, estilo "Mamita, hoy está el día divino", "voy a almorzar con María, la quiero mucho, sé que te va a encantar" o "estoy rendida, pero hoy aprendí mucho en una clase que me encanta de nuevas técnicas de filmación". No necesito nada más, pero sí necesito estar en contacto con ellos. De hecho cada día espero con anhelo a ver si vas a mencionarlos o si hablaste con ellos. Es lo que más me da felicidad, es lo único que realmente me importa saber, es la única información vital, trascendental, imprescindible. Lo demás no me importa. Quiero que Sebas también me escriba. Quiero saber en qué está, trabajo, vida afectiva, etc., etc. ¡Ah! Y estoy 100% de acuerdo para que no me llames a la madrugada del domingo. Yo sufro mucho pensando en tu trasnoche y las horas de espera, y el cansancio y todo. Yo sigo oyendo el programa por solidaridad con los demás, pero descanso sabiendo que tú estás calientita dormida en tu camita.
Bueno, como te decía, la vida aquí no es vida, es un desperdicio lúgubre de tiempo. Vivo o sobrevivo en una hamaca tendida entre dos palos, cubierta con un mosquitero y con una carpa encima, que oficia de techo, con lo cual puedo pensar que tengo una casa. Tengo una repisa donde pongo mi equipo, es decir, el morral con la ropa y la Biblia que es mi único lujo. Todo listo para salir corriendo. Aquí nada es propio, nada dura, la incertidumbre y la precariedad son la única constante. En cualquier momento dan la orden de empacar, y duerme uno en cualquier hueco, tendido en cualquier sitio, como cualquier animal. Esos momentos son especialmente difíciles para mí. Me sudan las manos y se me nubla la mente y termino haciendo las cosas dos veces más despacio que lo normal. Las marchas son un calvario porque mi equipo es muy pesado y no puedo con él. A veces los guerrilleros llevan cosas mías para aliviarme la carga y me dejan "los tarros", es decir lo de aseo, que es lo que más pesa, pero todo eso es estresante, se pierden mis cosas o me las quitan, como el bluyín que Mela me había regalado en Navidad con el que me cogieron. No lo volví a ver. Lo único que he podido salvar es la chaqueta que ha sido una bendición, porque las noches son heladas y yo no he tenido más que echarme encima para no sentir frío. Antes disfrutaba cada baño en el río. Como soy la única mujer del grupo, me toca prácticamente vestida: shorts, camiseta, botas. Así me baño como las abuelitas nuestras. Antes me gustaba nadar en el río. Hoy ni siquiera tengo aliento para eso. Estoy débil, friolenta, parezco un gato acercándose al agua. Yo que tanto he adorado el agua, ni me reconozco. Durante el día tenía la costumbre de hacer unas dos horas, casi tres, de ejercicios. Me había inventado un aparato, como un banquito hecho de palos, que lo bauticé "step" pensando en los ejercicios del gimnasio. La idea es subir y bajar como si fuera un escalón. Tiene la ventaja de que no se necesita mucho espacio para hacerlo; porque hay veces en que los campamentos los hacen tan pequeños que queda uno prácticamente encima de otro prisionero. Pero desde que separaron los grupos no he tenido ni el interés ni la energía para hacer nada. Hago algo de estiramiento porque el estrés me bloquea el cuello y me duele mucho. Con los ejercicios de estiramiento, el split y demás logro aliviar un poco la tensión en el cuello. Eso es todo, Mamita. Yo trato de guardar silencio, hablo lo menos posible para evitar problemas. La presencia de una mujer en medio de tantos prisioneros que llevan ocho o diez años cautivos es un problema. Oigo en onda corta RFI y la BBC, escribo poquito porque los cuadernos se amontonan, y cargar eso es una tortura. Ya he quemado como cuatro. Además, en las requisas le quitan a uno lo que uno más quiere. Una carta que me llegó tuya escrita después de la última prueba de supervivencia en el 2003, los dibujos de Anastasia y Stanis, las fotos de Mela y Loli, el escapulario de mi papá, un programa de gobierno con 190 puntos que había ido anotando durante todos estos años, todo me lo quitaron. Cada día me queda menos de mí misma. Los demás detalles ya Pinchao te los comentó. Todo es duro. Ésa es la realidad.
Es importante que le dedique estás líneas a aquellos seres que son mi oxígeno, mi vida. A quienes me mantienen con la cabeza fuera del agua y no me dejan ahogarme en el olvido, la nada y la desesperanza. Ellos son tú, mis hijos, Astrica y mis chiquitines, Fab, tía Nancy y Juanqui (...).
Te decía que durante años no pude pensar en los niños, por el dolor horrendo que me producía no estar con ellos. Hoy ya puedo oírlos y sentir más alegría que dolor. Los busco en mis recuerdos y me nutro de las imágenes que guardo en mi memoria de cada uno de sus edades. En cada cumpleaños les canto el Happy Birthday. Solicito que me permitan hacer una torta. Antes me colaboraban y yo hacía como algo para marcar la fecha. Pero desde hace tres años, siempre que pido, la respuesta es no. Igual, si traen una galleta o una comida cualquiera de arroz y frijoles, que es lo usual, con eso hago de cuenta que es una torta y les celebro en mi corazón su cumpleaños. Quiero que sepan que el 8 de abril, el 6 de septiembre y el 1 de octubre son sagrados para mí (también celebro el 31 de diciembre, el 18 de julio, el 9 de agosto, el 1 de septiembre, el 24 de junio y el 31 de octubre, los últimos son de tía Nancy y Pachao, espero no equivocarme).
A mi Mela, mi sol de primavera, mi princesa de la constelación del cisne, a ella que tanto adoro, quiero decirle que soy la mamá más orgullosa de esta tierra. He tenido tanta suerte, he sido tan bendecida por Dios de tener estos hijos míos, y esta Mela mía que es como el premio gordo de la vida. Tengo, como desde que tenía cinco años y me discutía con inteligencia y bondad, la mayor admiración por mi Mela. Le sobra sabiduría y luz. Y si tuviera que morir hoy me iría satisfecha con la vida, dándole gracias a Dios por mis hijos (...).
Mamita, son tantas las personas a las cuales quiero darles las gracias por acordarse de nosotros, por no habernos abandonado. Durante mucho tiempo hemos sido como los leprosos que afean el baile, los secuestrados no somos un tema "políticamente correcto", suena mejor decir que hay que ser fuertes frente a la guerrilla aún si se sacrifican algunas vidas humanas. Ante eso, el silencio. Sólo el tiempo puede abrir las conciencias y elevar los espíritus (...).
Mamita, ya vinieron por las cartas. No voy a alcanzar a escribir todo lo que quisiera. A Piedad y a Chávez, todo mi afecto y mi admiración. Nuestras vidas están ahí, en el corazón de ellos que sé que es grande y valeroso. Al presidente Chávez, cómo quisiera contarle tantas cosas, y sobre todo cómo disfruto con su manera de ser tan espontánea y generosa cuando lo oigo por la radio en Aló Presidente (...).
Mi corazón también le pertenece a Francia. Y el "también" sobra. "Mon coeur appartient à la France, ma douce France qui m'a tant donné". (Traducción del editor: "Mi corazón pertenece a Francia, mi dulce Francia que tanto me ha dado"). Escribo en español para no crear suspicacias que dificulten el tránsito de esta carta. Cuando pienso en Dios, y pienso en su bendición sobre todos nosotros, pienso en Francia. La providencia busca expresarse a través de canales de sabiduría y de amor. Desde el inicio de este secuestro Francia ha tenido la voz de la sabiduría y del amor. Nunca se ha dado por vencida, nunca ha aceptado el paso del tiempo como única solución, nunca ha claudicado en la defensa de nuestro derecho a ser defendidos. Cuando la noche era la más oscura, Francia fue el faro. Cuando era mal visto pedir por nuestra libertad, Francia no se calló. Cuando acusaron a nuestras familias de hacerle daño a Colombia, Francia les dio apoyo y consuelo.
No podría creer que es posible salir algún día libre de aquí si no conociera la historia de Francia y de su pueblo.
Bueno, no quisiera despedirme. Dios quiera que te llegue esto. Te llevo en el alma, mi Mamita linda. Una última recomendación: cualquier cosa económica, que la maneje Astrid (estilo premios, o cosas así). También he pensado que si mi departamento está vacío y si no se pagan las cuotas, ¿por qué no te vas tú para allá? Por lo menos eso sería una preocupación menos. Si algo me quieres comentar por radio que sea personal, dímelo en francés para que yo capte de qué me vas a hablar, y sigues en español. Podríamos hablar del "tío Jorge", por ejemplo, y yo entendería. Bueno, Mamita, Dios nos ayude, nos guíe, nos dé paciencia y nos cubra.
Por siempre y para siempre. Tu hija".
Ingrid Betancourt, (terminé: 15:34)