Es una enfermedad mortal y muy poco frecuente, que es causada por la infección de alguna de las cepas existentes (virus de Zaire, Sudán, Bundibugyo o del bosque Tai).
El virus fue descubierto en 1976 cerca del río ébola, en lo que hoy en la República Democrática del Congo. Desde entonces se han detectado brotes esporádicos de la enfermedad en varios países de África.
Los síntomas son fiebre de más de 38,6°, dolor de cabeza intenso, dolores musculares, vómitos, diarrea, dolor de estómago y sangrados o moretones sin causa aparente.
Los signos de la enfermedad pueden aparecer entre 2 y 21 días después de la exposición al virus del ébola, pero también existen casos que ocurren entre los 8 y 10 días.
Se transmite por el contacto directo, es decir, a través de heridas en la piel o las membranas mucosas con la sangre y líquidos corporales como orina, heces, saliva, vómito y semen de una persona contagiada con ébola.
También se puede contagiar con objetos que hayan estado en contacto con la enfermedad, como es el caso de las agujas.
El virus no se transmite a través del agua, ni por lo general, a través de los alimentos; sin embargo, en África, el virus del Ébola se puede propagar al manipular la carne de animales salvajes (caza de animales salvajes para la alimentación) y por el contacto con murciélagos infectados.
Los más propensos son los trabajadores de la salud que mantienen contacto con los contagiados por el virus, así como los amigos y familiares de los infectados.
No, las personas infectadas con el ébola no son contagiosas hasta que aparecen los síntomas.
Cuando alguien se recupera de la enfermedad, ya no puede propagar el virus. Sin embargo, el ébola se puede encontrar en el semen hasta por tres meses.
Se recomienda a las personas que se recuperaron de la enfermedad que se abstengan de tener relaciones sexuales o que usen condón en los tres siguientes meses.
No existe evidencia que los mosquitos u otros insectos puedan trasmitir la enfermedad. Solamente los mamíferos (por ejemplo, los seres humanos, los murciélagos, los monos y los simios) han mostrado la capacidad de propagar el virus del Ébola y de infectarse por este.
No se ha comprobado que una vacuna o medicamento cure la enfermedad. Existen medidas que pueden aumentar las probabilidades de supervivencia si se administran en una etapa temprana de la enfermedad, como es el caso de de la proporción de líquidos y electrolitos, mantener los niveles adecuados de oxígeno y presión arterial y generar tratamientos a otras infecciones que se presenten.
Para las personas que se encuentran en un área afectada o va a viajar a una de ella, las recomendaciones son las siguientes: