Santiago ha vivido las transformaciones más relevantes de su historia en los últimos veinticinco años. Esto porque no sólo la ciudad ha cambiado, sino que también las personas que viven ahí. Los programas sociales que aparecieron en la década de los ochenta permitieron que se erradicaran gran parte de los campamentos y que la gente se fuera a viviendas periféricas, esto ocasionó que alrededor de estos ciudadanos se generaran nuevos sub centros que produjeron que el trabajo, el comercio y los servicios no sólo estuvieran en el centro de la ciudad. Además el país experimentó un cambio económico hacia una economía de mercado que ha tenido consecuencias sobre la capital. “Santiago comenzó a figurar en los rankings internacionales ubicándose como una de las ciudades más atractivas para hacer negocios”, dice Luis Fuentes, subdirector del Instituto de Estudios Urbanos de la Universidad Católica.
Aparecieron entonces nuevas oportunidades en la capital, una clase media emergente y por lo tanto, más exigencias.
La conectividad comenzó a ser más necesaria y desde el 2005 que está operativa la Costanera Norte que tiene una extensión de 36 kilómetros aproximadamente por la rivera norte del río Mapocho. El impacto en Santiago ha sido importante porque no sólo ha mejorado la movilidad de los ciudadanos, sino que también la competitividad dentro de la capital.
“Santiago no va a seguir creciendo mucho más en términos de expansión, en lo que si va a crecer va a ser en calidad de vida. Y eso va de la mano de corregir algunas fallas que presenta como el trasporte, parques y áreas verdes, y equipamiento social y cultural”, dice Pablo Allard, decano de la Facultad de Arquitectura de la UDD.
“Estos nuevos chilenos están empezando a demandar una mejor calidad de vida y mejores servicios. Hoy no están marchando por viviendas, por educación o cobertura de salud, sino que lo hacen por una mejor calidad de las anteriores ”, asegura Allard.
La Costanera Norte, el Parque Bicentenario y el Centro Cultural Gabriela Mistral no sólo generan un impacto positivo entre los santiaguinos por lo que entregan, sino que también responden a las necesidades de una sociedad que ha cambiado y que busca estar conectada, tener más oportunidades y una mejor calidad de vida.