Pablo
VI
El
Concilio Vaticano II tiene en el Papa Pablo VI un gran pilar de
apoyo, un verdadero motor, si se quiere, de la consolidación
del "aggiornamento" de la Iglesia Católica que
había visto su puesta en marcha con el pontífice
anterior, Juan XXIII.
Tras
ser elegido como sucesor del "Papa Bueno", Pablo VI
dio a conocer el programa de su pontificado, la primera señal
de que lo hecho por su antecesor era sólo el comienzo de
la nueva Iglesia: su primer y principal esfuerzo se orientaría
a la culminación y puesta en marcha del concilio ecuménico.
Además, merecerían su especial preocupación
el anuncio universal del Evangelio, el trabajo a favor de la unidad
de los cristianos y el diálogo con los no creyentes, la
paz y la solidaridad en el orden social.
Arzobispo
de los obreros
Giovanni
Battista Montini nació en Concesio, Brescia, el 26 de septiembre
de 1897. Hijo de un abogado, se caracterizó desde muy joven
por su gran dedicación al estudio.
A
los 19 años ingresó al seminario de su ciudad natal
y sólo cuatro años después fue ordenado sacerdote.
Desde ese momento trabajó principalmente en Roma, dedicado
a los jóvenes y al trabajo social.
Su
labor durante la Segunda Guerra Mundial también fue muy
destacada. En 1937 fue nombrado asistente del cardenal Eugenio
Pacelli, quien dos años después sería nombrado
como Papa Pío XII.
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Nombrando
cardenal de Cracovia a Karol Wojtyla, en 1967. |
El
mismo pontífice lo asignó como Arzobispo de Milán
en 1954, donde debió enfrentar numerosos retos ligados
a la problemática social. Fue entonces cuando comenzó
a reconocerse en forma pública su labor con sectores alejados
de la Iglesia Católica, como los trabajadores industriales,
con quienes trabajó en forma muy cercana en un plan pastoral
centrado en los problemas sociales.
Pronto
se ganó la confianza de la gente que comenzó a reconocerlo
como el "Arzobispo de los obreros". Cuatro años
más tarde, era ya Cardenal, por el Papa Juan XXIII, quien
se aprestaba a tomar la importante decisión de convocar
al Concilio Vaticano II.
Montini
aceptaba además el cargo, en 1958, de principal asistente
del "Papa Bueno" y encargado de la preparación
del concilio ecuménico. Sin saberlo, el cardenal italiano
comenzaba un largo camino que lo llevaría a convertirse
en el gran promulgador de la "puesta al día"
de la Iglesia Católica.
Pablo
VI y el Concilio Vaticano II
Tal
como lo expresó al momento de asumir como nuevo Papa, el
21 de junio de 1963, Pablo VI vinculó casi por completo
su pontificado al desarrollo y culminación del Concilio
Vaticano II.
En
su primera encíclica, la Ecclesiam Suam, publicada en 1966,
planteó que eran tres los caminos por los que el Espíritu
le impulsaba a conducir a la Iglesia.
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Junto
a Raúl Silva Henríquez y Eugenio Silva. |
Él
mismo lo dijo días antes de publicar el documento: El primero
de ellos "es el espiritual, referido a la conciencia que
la Iglesia debe tener y fomentar de sí misma. El segundo
es moral, que tiene que ver con la renovación austera,
práctica, canónica, que la Iglesia necesita para
ser pura, santa, fuerte, auténtica. Y el tercer camino
es apostólico; lo hemos designado con términos hoy
en boga: el diálogo, es decir, se refiere este camino al
modo, al arte, al estilo que la Iglesia debe infundir en su actividad
ministerial en el concierto disonante, voluble y complejo del
mundo contemporáneo. Conciencia, renovación, diálogo,
son los caminos que hoy se abren ante la Iglesia viva y que forman
los tres capítulos de la encíclica".
Durante
los años que duró el concilio (1963-65), Pablo VI
estuvo muy activo y participó de hechos importantes y sin
precedentes como un viaje a Tierra Santa, en enero de 1964, lugar
donde se reunió con Atenágoras I, Patriarca de Jerusalén.
A
fines del mismo año, y con ocasión de la promulgación
de la Constitución sobre la Iglesia, el Papa proclama a
María como la Madre de la Iglesia Católica. En el
año siguiente, realizó nuevos viajes, como uno a
Nueva York, a la sede de las Naciones Unidas, para hacer un histórico
llamado a la paz mundial ante los representantes de todas las
naciones del mundo.
El
8 de diciembre de 1965, finalmente, Pablo VI confirma solemnemente
todos los decretos del Concilio.
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Con
el Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. |
Sin
embargo, la tarea aún no culminaba completamente para el
"Arzobispo de los pobres". Tras la promulgación
del Concilio, venía ahora la etapa de aplicación
del mismo, lo que exigió de él una fuerza y entereza
admirables, acompañadas de una gran capacidad para la oración
y el discernimiento, en una época en que la Iglesia Católica
se encontraba en medio de las dificultades propias de todo proceso
de cambio y renovación.
El
Papa Juan Pablo II resumió en una ocasión lo vivido
por Pablo VI: "Me maravillaron siempre su profunda prudencia
y valentía, así como su constancia y paciencia en
el difícil período posconciliar de su pontificado.
Como timonel de la Iglesia, barca de Pedro, sabía conservar
una tranquilidad y un equilibrio providencial incluso en los momentos
más críticos, cuando parecía que ella era
sacudida desde dentro, manteniendo una esperanza inconmovible
en su compactibilidad".
No
sólo las palabras del actual jerarca de la Iglesia Católica
reflejan el enorme trabajo de Pablo VI a favor de los cristianos.
Tras el Concilio Vaticano II, vinieron diversos Sínodos
(asambleas) tendientes a hacer crecer la Iglesia, acercarla a
la gente y concretar la colaboración colegial de los obispos.
Los
temas tratados en estos Sínodos episcopales fueron el sacerdocio
(1971), la evangelización (1974) y la catequesis (1977).
Otro
hito importante de su pontificado lo constituye el viaje realizado
al continente americano para la inauguración de la II Conferencia
general del Episcopado Latinoamericano, siendo ésta la
primera vez que un Pontífice pisaba tierras americanas.
La
entrega de Pablo VI a la Iglesia llegó a su fin un 6 de
agosto de 1978, en ocasión que la Iglesia celebraba la
Fiesta de la Transfiguración. Su recuerdo fue desde ese
momento el de un Papa que trabajó sin cesar en su alto
cargo eclesiástico. Lo dijo luego su sucesor Juan Pablo
I: "(...) en quince años de Pontificado, este Papa
ha demostrado no sólo a mí, sino a todo el mundo,
cómo se ama, cómo se sirve y cómo se trabaja
y sufre por la Iglesia de Cristo".
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